Ane lo tenía todo, se sentó con cara de satisfecha en el sofá de su casa y comenzó a repasar su lista de tareas. Todo un hito -pensó- dos días antes no faltaba detalle. Se levantó, caminó hacia su dormitorio, de la manilla del armario superior de su vestidor colgaba etéreo e impoluto su vestido de novia y se quedó mirándolo presa de una intensa emoción. Ir al blog
Absuelven a los dos empresarios acusados de un vertido de cianuro al río Deba en Bergara
La Diputación foral de Gipuzkoa, que ejercía la acusación particular, reclamaba un año de prisión para cada uno
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