Familia y amigos se reunieron ayer en la Factoría Marítima Vasca Albaola para dar el último adiós a Manu Izagirre, fallecido en julio. Entre otros acudió Robert Grenier, el director de la expedición subacuática del pecio de la nao San Juan.
Manu Izagirre fue Director de Patrimonio de la Diputación, trabajó en la expedición subacuática del pecio del ballenero San Juan encontrado en las costas de la bahía de Red Bay (Labrador, Canadá) en 1978 junto a Robert Grenier, director de dicha expedición, donde se hicieron grandes amigos.
En Euskadi, entre otros muchos proyectos, analizó e investigó otros tres barcos del siglo XVI que fueron hallados en la desembocadura del río Oria. Manu era amante y seguidor del proyecto de la reconstrucción del San Juan, donde era además voluntario.
La Asociación Albaola ha querido rendirle homenaje junto a sus familiares, amistades y compañeros de trabajo por su trayectoria unida al patrimonio marítimo vasco junto a la estructura creciente del San Juan.
El presidente de Albaola, Xabier Agote, que conoció a Izagirre hace 30 años, expresó que «además de ser un apasionado del patrimonio gipuzkoano se le deben grandes proyectos de restauración, de puesta en valor, cantidad de elementos patrimoniales importantes que sin Manu no abrían existido”. “Albaola ya le echa de menos”, concluyó Agote.
A continuación Pierre Grenier, hijo de su gran amigo y ex compañero de trabajo recién llegado de Canadá Robert Grenier, y ahijado de Manu, recordó cómo se conocieron en Red Bay en la búsqueda del pecio de la nao San Juan. “Manu era buceador y formaba parte de un grupo de arqueólogo”. También recordó el gran cambio que supuso para Manu bucear en las frías aguas de Red Bay, lo persistente que fue y los dibujos que realizó de los restos hallados, gracias a los cuales se ha podido construir en la Factoría una réplica del galeón. «Además de ser un colaborador grandioso también se convirtió en un compañero y amigo extraordinario. Será extrañado por la familia, que le debe mucho”.
Como colofón Miren Egaña, amiga de Manu desde la infancia, contó anécdotas e historias de cuando salían del colegio y Manu se quedaba mirando los gabarrones, algo que ya indicaba su fijación por el mar.