Su desenfrenado discurso de supuesto fraude electoral, descartado por los tribunales, avivó el respaldo de sus seguidores pero también lo condenó ante la opinión pública, acusado de incitar al ataque inédito al Capitolio, símbolo de la democracia estadounidense. Hecho que marca los últimos días de una Presidencia plagada de escándalos.