El anciano llegó con paso tranquilo, caminando despacio, no había prisa, nada tiene prisa en la naturaleza, y él, conocía muy bien, vaya si la conocía, la naturaleza. Dejó en el suelo alfombrado de hojarasca, la bolsa de cuero de ciervo decorada con antiguos símbolos solares, y se recostó sobre el impresionante castaño que destacaba…Continuar leyendo «Maruelexa y Gastiburu. De castros, santuarios y misterio»