La mullida hojarasca acariciaba sus pies, podía sentir la vitalizante humedad otoñal, traspasando su calzado de cuero curtido. En el silencio del bosque, tan sólo se escuchaba el sonido de sus pasos y el canto de algún pajarillo despistado. Era una sensación que le apasionaba, caminar en solitario por el bosque, justo en ese momento…Continuar leyendo «Nacedero de Iturrutxaran. Morada de las ninfas»