Soy muy de enamorarme de las historias que hay detrás de cada marca y otra vez lo he vuelto a hacer.

Hace unos días tuve la suerte de conocer a Ana, alma mater de Larsson. Ya solo el nombre de su proyecto me encantó pero conocerla a ella: su dulzura, su pasión por lo que hace y descubrir su historia, me cautivó.

Gros es el barrio elegido por esta bilbaína afincada en nuestra ciudad, Donostia. Allí, Ana ha creado un espacio donde, nada más entrar, se palpa ese “algo especial”, esos recuerdos de su infancia y el mimo con el que ha cuidado cada rincón de su “casa”.

Antiguamente, allí estaba situada una empresa de transportes y se conserva la pequeña recepción que te da la bienvenida y la distribución del lugar que Ana ha sabido aprovechar tan bien haciéndote sentir a gusto.

Ana inició sus estudios de arquitectura pero pronto se dio cuenta que aquello no era a lo que ella se quería dedicar. La incertidumbre de la situación y el plantearse qué hacer, le llevo a tejer para relajarse. Obviamente no fue casualidad que el telar fuese su vía de escape. Ana ha crecido entre telares. Su abuela es sueca y allí es muy habitual que las mujeres utilicen esta máquina de tejer. Además su madre también tiene un taller, que también se llama Larsson, en Bilbao así que para ella los telares han sido parte de su infancia.

Y si, tanto su taller como el de su madre, se llaman Larsson. Este es el apellido de su abuela, la persona que les inculcó la pasión por el telar tanto a Ana como a su madre. Así que es un pequeño homenaje a ella.

Ana cuenta que cuando le contó a su madre la intención de dedicarse a la misma profesión que ella, se emocionó muchísimo y no es para menos, crear tejidos a partir de un telar es una profesión y práctica que, lamentablemente, se está perdiendo.

Larsson nació hace más o menos un año con la creación de bolsos. Ana cuenta con cinco patrones diferentes. Después se elige la tela, previamente realizada en el telar y se confecciona el bolso. Esto hace que cada bolso sea único pues cada trozo de tela es diferente. Esta es una de las premisas de Larsson, crear piezas únicas y que perduren en el tiempo porque como Ana dice: “no necesitamos ni muchos bolsos ni mucha ropa, necesitamos piezas únicas que lleven una historia que contar. A mi me gusta diseñar un bolso cuando pongo cara a la persona que lo va a llevar puesto”.

Ana se inspira, como recalca ella “de las cosas bonitas”: la naturaleza, la arquitectura, sus paseos y, por supuesto, se inspira mucho en Donostia. Vive aquí por la belleza de nuestra ciudad, sus playas, sus montes y su gente.

Y aunque la marca se encuentra en pleno proceso de crecimiento, Ana lo tiene claro. Ella quiere transmitir su entusiasmo por el telar y convertir en forma de vida su profesión. Y digo transmitir porque en este periodo de tiempo se ha dado cuenta que le gusta enseñar a tejer. Esta nueva faceta le viene de los talleres que imparte en su espacio. Talleres donde se aprende la técnica del telar y cada alumna crea bolsos, alfombras, tapices y un sinfín de cosas con una tela creada por ellas mismas. Ella cree y busca a la persona que aprecie el trabajo que hay detrás de cada una de sus piezas.

El objetivo de Larsson es que su espacio maride diferentes vertientes artísticas en talleres y exposiciones puntuales donde se conozca el trabajo de los artesanos donostiarras. Estas colaboraciones no solo dan visibilidad a las marcas sino que las refuerza en imagen. Una tendencia en auge que cada vez más practican las firmas donostiarras.

Ha sido un placer escuchar a Ana. Una persona que transmite calma, tranquilidad y sobre todo una verdadera pasión por lo que hace.

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