El centro Bastero Kulturgunea de Andoain acoge desde el viernes y hasta el próximo 20 de marzo, la exposición ‘Mujeres del Algodón’, un homenaje a todas aquellas mujeres que trabajaron en la antigua Algodonera de Andoain.

Cuando la diseñadora Fanny Alonso nos contó hace unos meses la historia de la inspiración de su colección supimos desde el principio que no era una colección cualquiera, que no era una colección como las demás… había detrás una historia llena de emociones, sentimientos y sensibilidad que la convertía en especial. Y así ha sido, ‘Mujeres del Algodón’ es una exposición que ha reunido a todas estas protagonistas para narrar en primera persona su historia, su vivencia. Según la diseñadora este hecho ha sido muy emotivo y le ha dado fuerzas para seguir tirando hilos y sacar a la luz una historia casi olvidada.

La Algodonera guipuzcoana comienza su andadura en el año 1857, después de la Primera Guerra Mundial. En sus inicios contaba con 500 trabajadores de los cuales más de 300 eran mujeres. Cierra sus puertas en 1913 pero reabre 4 años después con el nombre de ‘Compañía Fabril Subijana’, época en la que se impulsó la guardería, el lugar que todas las protagonistas recuerdan con tanta ternura. Mas tarde pasó a manos de Enrique Suárez para finalizar con la dirección de Ricardo Machimbarrena que primero cerró la guardería para en 1965 concluir con el cierre definitivo.

Fue en esta primera mitad del siglo XX cuando se advierte un cambio en el trabajo de la mujer que comienza una actividad fabril con salario sin abandonar el peso de las tareas domésticas.

‘Mujeres del Algodón’ es una colección inspirada en los años 60, “entretejida con retazos de historia de Andoain y pespunteada con la historia de los derechos de las mujeres”. Una colección convertida en proyecto cuyo origen nada tiene que ver con el actual destino. Una iniciativa que poco a poco ha calado en el corazón de la diseñadora y le ha llevado a remover, buscar e investigar cada uno de los hechos que ocurrieron en la antigua fábrica de algodón de su pueblo natal.

Sus conversaciones con las trece antiguas algodoneras se pueden escuchar entre las sábanas, las piezas y las fotografías que componen la exposición. La inocencia de unas voces que nos descubren una historia llena de alegría, vitalidad y sobre todo compañerismo. Voces que nos hablan de aquellas tertulias a las once de la noche, de aquellas tabletas de turrones y café que les regalaban por Reyes, de 50, 25, 5… campanadas que anunciaban el cierre de la puerta de La Algodonera. La voz de Adelaida, recitando de memoria y por orden cada una de las llaves que colgaban en una larguero de madera: grabados, tintorería, carpintería, cocina… o la historia de Pepita que comenzó con diez años, después de su primera comunión, a trabajar en La Algodonera hasta que se casó.

La colección es un homenaje a todas esas mujeres a través de piezas inspiradas en los años en los que desapareció la algodonera. Actualmente solo queda un muro de la fábrica. Un muro que ha devuelto bonitos recuerdos al pueblo de Andoain.

Pero sin duda, el homenaje más especial es para ella, la ama de Fanny Alonso. Entre conversaciones y confidencias con las antiguas algodoneras ha descubierto que su madre fue una de ellas, una de esas mujeres valientes y luchadoras, una de esas “mujeres que nos enseñan a mirar con otros ojos”, una de esas mujeres protagonistas de uno de sus proyectos más especiales.

La exposición cuenta con un espacio dedicado a Lucía Zuloaga, hija del conocido pintor vasco Ignacio Zuloaga y mujer de Enrique Suárez. En él se puede ver muñecas y sus vestidos hechos mano u objetos de más de 100 años. Ha sido la propia María Rosa Suárez Zuloaga, nieta del pintor, la encargada de dar vida a esta muestra. Cada una de las mujeres guarda un recuerdo especial de Doña Lucía, así la llamaban, por su labor en la guardería y sobre todo con las niñas que allí se encontraban. “Desde que llegó Doña Lucía a la fábrica, las niñas se sumaron a la celebración del Día del Sagrado Corazón, hasta entonces eran solo los niños quienes presidían el estandarte en la procesión. Se encargó personalmente de nuestros trajes”, explica una de las antiguas algodoneras a Fanny que gracias a estas descripciones ha confeccionado una replica de aquella inspiración del modelo de bailes vascos de Donostia. El carpintero de la algodonera, también txistulari, les enseño a bailar en el tiempo libre.

Este proyecto ha contado con la colaboración de las emotivas poesías de Nerea Tuduri, poeta andoaindarra, los vídeos y fotografías de Dabid Argindar, una canción compuesta e interpretada por Nerea Bengoetxea, dedicada a las “valientes guerreras mujeres del algodón”, la producción de Espacios Intermedios, las ilustraciones de Maialen Porroy, la comunicación de Anne Galarraga o el libro dedicado a ellas, escrito por Begoña Cabaleiro.

Una iniciativa de la diseñadora Fanny Alonso que sale desde el corazón, desde el sentimiento y cuyo principal objetivo es rescatarlas del olvido. Ingredientes que nos han ‘enganchado’ a la historia desde el minuto uno, que nos ha puesto la piel de gallina y nos ha sacado más de una lagrima.

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