Naturaleza

Comienza la vida en las 33 cajas nido de Parkea Bizirik en Gipuzkoa

Carboneros, herrerillos y cárabos protagonizan una nueva temporada de nacimientos en los refugios artificiales

2. AMILOTX URDINEN TXITAK CRIAS DEL HERRERILLO COMUN DONOSTIA. GIPUZKOA. PARKEA BIZIRIK scaled Comienza la vida en las 33 cajas nido de Parkea Bizirik en Gipuzkoa
Crías de herrerillo común en las cajas de Parkea Bizirik kukulunbera. Foto: P.B.

La primavera se deja sentir con fuerza en las 33 cajas nido que Parkea Bizirik kukulunbera mantiene desde hace 35 años en distintos rincones verdes de Gipuzkoa (Donostia, Errenteria, Aiako Harria)… Esta semana han comenzado a nacer los primeros polluelos, una señal inequívoca del buen estado de salud de estos refugios artificiales que albergan fauna durante todo el año.

Las aves insectívoras, como los carboneros y los herrerillos, iniciaron la construcción de sus nidos a finales de marzo. Usaron musgo y lana vegetal para preparar un hogar donde, cada mañana, la hembra deposita un huevo blanco salpicado de motas granates. Antes de incubarlos, los cubren con lana vegetal para protegerlos de posibles depredadores y los giran cuidadosamente para evitar malformaciones.

Parkea Bizirik explica que, una vez completada la puesta, que suele contar entre 5 y 7 huevos, comienza la incubación, que dura entre 13 y 16 días. Las crías suelen nacer al mismo tiempo y a los 20 días están listas para abandonar la caja y enfrentarse al mundo exterior. Hasta entonces, sus progenitores no descansan en la caza de insectos, una labor que también contribuye al equilibrio del ecosistema al controlar poblaciones de artrópodos.

Más adelante, son los cárabos -la especie de búho más común en la zona- los que ocupan algunas de estas cajas. A diferencia de las aves insectívoras, los cárabos practican una incubación asincrónica: empiezan a calentar el primer huevo desde el momento en que lo ponen, lo que provoca que los polluelos nazcan en diferentes momentos. Esta diferencia de edad puede ser determinante si escasea el alimento, ya que las crías mayores tienen más posibilidades de sobrevivir. Incluso, en casos extremos, puede darse el canibalismo entre hermanos.

Cuentan desde Parkea Bizirik que durante las revisiones periódicas, no es raro encontrar junto a los polluelos restos de presas como ratones de campo, topos o alguna rata, evidencia de la dieta carnívora de las rapaces nocturnas.

Y tras la temporada de cría, las cajas nido no quedan vacías: el lirón gris, pequeño mamífero nocturno, suele ocuparlas desde junio hasta octubre, usándolas como refugio, almacén de comida o lugar de cría.

Desde 1990 Parkea Bizirik ha mantenido y vigilado estas cajas, recopilando valiosos datos sobre la biodiversidad urbana. 35 años después siguen siendo un pequeño milagro de vida silvestre en plena ciudad.


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