Kino Martínez: «Desde los partidos políticos se ha amplificado el tema del turismo para tapar muchos problemas de esta ciudad»

Después de 16 años en Hostelería Gipuzkoa, el secretario general, Kino Martínez, se jubila. DonostiTik.com habla con él sobre el verano, los grandes grupos, la Parte Vieja, el Basque Culinary Center… y sus dos mejores momentos a lo largo de esta andadura.

¿Qué tal se presenta el verano para la hostelería?

Bien. El principio de año para el alojamiento no ha sido tan bueno como otros años. En Semana Santa bajaron las pernoctaciones y además la presencia del turista americano descendió por el efecto Trump. Pese a todo creemos que el verano será bueno, si bien en esas fechas tiene un mejor comportamiento el alojamiento que la restauración. Entre los asociados se empieza a comentar que la gente hace mucho esfuerzo para alojarse aquí y luego queda menos en el bolsillo para alternar.

Usted entró en la asociación en 2009. Turísticamente Donostia era otra ciudad….

En 2009 todavía había terrorismo en este país. El fin de la violencia provocó una apertura, aunque coincidió con la crisis financiera de Lehman Brothers, que aquí pegó duro entre 2011 y 2013. A partir de ahí, los resultados fueron mejorando. Y sí, era otra ciudad: cuando entré, la hostelería era el décimo sector económico en Euskadi. Hoy es el cuarto. Antes predominaban empresarios y mano de obra local. Aunque hoy el liderazgo sigue siendo mayoritariamente local, han entrado grupos externos y, sobre todo, mano de obra inmigrante por la falta de personal. Más del 30 % de nuestros trabajadores son inmigrantes.

¿Qué ocurre con las contrataciones?, mucha gente de aquí no se quiere poner detrás de una barra…

Euskadi es el país del mundo con una menor tasa de natalidad, solo superado por Corea del Sur. Somos poca gente. En segundo lugar en Euskadi, la juventud que no tiene un título universitario, la que tiene una preparación media, tiene como salida natural la industria con las condiciones que la industria ofrece. Y, en tercer lugar, evidentemente, la conciliación. Conciliación familiar, personal, como queramos llamarla. Es complicado que la gente pueda conciliar sabiendo que tienen que trabajar sábados o domingos, si bien es verdad que uno de cada tres trabajadores del conjunto del Estado trabaja fines de semana (transporte, emergencias, sanidad, medios de comunicación…). Y parece que solo nos acordamos de la hostelería.

¿Y los sueldos?

Yo tengo dos momentos a lo largo de estos 16 años de los que me siento especialmente feliz. El primero, la firma del convenio colectivo del año 2023, después de 11 años sin convenio, que colocó a Gipuzkoa con el número de horas trabajadas por año más bajo de todo el Estado, y con unas condiciones salariales al mismo nivel que otros sectores de la economía urbana como el comercio. Las condiciones laborales que hoy tenemos están muy bien. Yo creo que se ha estigmatizado el sector. Sería bueno que medios y sociedad revisasen el discurso respecto a las condiciones económicas y laborales del sector porque la situación hoy no es la misma. Al menos en Gipuzkoa.

¿Cuál fue el otro momento de felicidad de estos 16 años?

Cuando saliendo del Parlamento en febrero de 2021 se nos comunicó que habíamos ganado una sentencia que llevaba a abrir los bares en la etapa del confinamiento ampliado. Esa fue una decisión dura que tomamos en julio de 2020: ir contra el Gobierno Vasco a los tribunales. Una humilde asociación hostelera de Euskadi contra todo un Gobierno Vasco. Y los tribunales nos dieron la razón en cinco ocasiones.

Lo cierto es que los choques con las instituciones son frecuentes en este sector. Ahora se ha vuelto a ver con la Ordenanza de terrazas hosteleras.

La Ordenanza de terrazas requería un mayor diálogo. Nosotros hemos estado dos años intentando que se modificase. Nos han atendido algunas cuestiones que planteábamos como que los hoteles puedan disponer de terraza, como que se aceleren los procesos de solicitud cuando se cambia de licencia de un local a otro, y algunos otros elementos de menor importancia. Pero ha habido cuestiones cuya trascendencia hemos intentado explicar al equipo de gobierno municipal y no hemos sido atendidos. Donostia será la única capital del Estado que no tendrá calefactores ni de gas ni eléctricos. La única. Alegando motivos ambientales, mientras vemos el proyecto del Guggenheim en Urdaibai.

Ha faltado más interlocución. Y, en general, echamos en falta más valentía por parte de los políticos. Creo que en muchas ocasiones el peso que tienen los funcionarios es excesivo, y deben ser los políticos quienes corrijan las interpretaciones restrictivas que se producen de la norma.

Por otro lado lleva usted tiempo abogando por atender mejor al emprendedor local.

Es urgente que desde el Ayuntamiento de Donosti, y desde otros consistorios, se establezcan ventanillas únicas que permitan atender a aquel que emprende. Emprender es cada vez más complicado, y lo vemos en nuestras calles, en el abandono de locales, en la entrada de grupos empresariales de fuera de Euskadi. Nuestro paisaje urbano está cambiando ya como consecuencia de la entrada de grupos que sí pueden permitirse seis u ocho meses de retrasos en la respuesta de las licencias de obra, en la respuesta a los permisos, etc. De poco vale recibir 10, 15, 20 miles de ayudas si resulta que tu licencia de obra tarda cinco meses en una ciudad donde el precio de alquiler es el más elevado de todo el Estado.

Y ahí ganan los grandes grupos…

En el plazo de dos meses se han abierto en el centro de la ciudad -en la plaza de Gipuzkoa, en Garibay, en el Boulevard- grupos empresariales que venden ya lo mismo que nosotros. Porque antes había grupos como McDonald’s, como Burger King, como Pizza Hut, que vendían cosas que no eran las nuestras. Pero ahora, en el ámbito de los desayunos, donde Donostia ha tenido siempre buena imagen, han entrado Santa Gloria y Manolo Bakes… En el ámbito de las comidas de ejecutivos, con precios de 15-20 euros, ha entrado Saona, que es una franquicia de origen valenciano. Y ha entrado también Sibuya, que es una franquicia de León que ofrece comida japonesa, etc.

Esos grupos empresariales, cuando hacen sus planteamientos de desarrollo, se pueden permitir que en una provincia, en una ciudad, esperar 3 o 4 meses. Pero cuando tú eres un inversor que vas a invertir 500.000 euros de tu patrimonio en un local, como te falle ese local, estás muerto.

La discriminación positiva existe en otros ámbitos como el de la mujer, el de la discapacidad, etc., y no nos rasgamos las vestiduras. Hay que proteger a los empresarios locales.

Respecto al cambio de paisaje que nombraba, ¿cuál es su visión sobre la Parte Vieja?, ¿cree que ha cambiado tanto como dice la gente?

No. No hay franquicias. No hay ni una sola franquicia. Sí es verdad que el empresario local de toda la vida está huyendo del barrio porque la conflictividad (las inspecciones y la presión vecinal) hacen difícil trabajar en ese ambiente. Y quien está entrando, y quien ha entrado, ha sido empresario, en muchos casos, proveniente de la inmigración.

Sin embargo los grupos de los que se habla aquí son grupos locales. Tenemos esa suerte. Tendríamos que estar preocupados si en la Parte Vieja hubiese un Starbucks, tendríamos que estar preocupados si en la Parte Vieja hubiese un Taberna Lizarran, tendríamos que estar preocupados si en la Parte Vieja hubiese un Sagardi, etc. Con franquicias que hacen lo mismo que nosotros, pero lideradas desde Madrid.

Sin embargo hay un desapego de la ciudadanía respecto a este barrio…

A mí me encanta viajar. Gipuzkoa es la provincia del Estado que tiene una balanza turística más negativa. Exportamos prácticamente el doble del turismo del que recibimos. A mí me encanta estar rodeado de gente de distintos acentos, porque creo que de la fusión de culturas nace el progreso y nace la diversidad. Y que en la Parte Vieja tenga un japonés al lado disfrutando de un txakoli, de un pincho, un francés o un inglés, me parece algo fenomenal.

Yo en la Parte Vieja sigo viendo los mismos bares, me siguen tratando exactamente igual que hace 10, 12 o 15 años. No voy a decir qué bares por no herir sensibilidades, pero tanto Manu como José Mari, como Mikel, etc., saben a dónde voy. Y estoy convencido de que muchísimos donostiarras también se sienten así. Es más una pose que otra cosa.

Este 15 de junio hubo una marcha por el decrecimiento turístico. ¿Qué opina?

Respeto la libertad de expresión, obviamente. Y también recuerdo que el 14 de junio del año pasado 40 organizaciones -entre ellas sindicatos como LAB o Comisiones Obreras, con mucha capacidad de movilización- apenas consiguieron reunir a 1.500 personas. Es decir, ni el 1% de la población de Donosti, ¿no? En las últimas encuestas el ‘problema’ del turismo aparece en el último lugar.

Repito: es un hecho que Gipuzkoa exporta el doble del turismo que recibe, aproximadamente. Y que uno de cada cuatro gipuzkoanos tiene segunda vivienda.

Nosotros vivimos en una sociedad con un poder adquisitivo muy elevado, con inquietudes viajeras, y nos podemos permitir viajar. Y nos preocupa o nos molesta que aquí un japonés nos saque una foto en la Parte Vieja.

A mí, en particular, me parece que desde los partidos políticos se ha amplificado el tema del turismo para tapar muchos de los problemas que tiene esta ciudad. Muchos.

¿Desde los partidos?

Sí, sí, desde los partidos. No puede ser que se eche la culpa del precio del alquiler de la vivienda o del precio de compra de vivienda a 1.300 viviendas turísticas -el 1,3% del parque de viviendas de la ciudad-, cuando esos partidos que echan la culpa a esas viviendas han gobernado este país, este territorio y esta ciudad durante 40 años y han tenido herramientas para hacer política de vivienda. Que ahora se está empezando a hacer.

En ocasiones se ha echado también la culpa al turismo de la movilidad, cuando en realidad el problema de la movilidad es derivado del visitante, no del turista. El turista es el que pernocta. El problema es el visitante: nuestros vecinos de Errenteria, de Tolosa, de Beasain, de Bidasoa, que vienen aquí a pasar el día. Esos son los que generan el problema de movilidad. Sin embargo, se ha echado la culpa al turista.

También se ha echado la culpa al turismo del encarecimiento del nivel de vida, y resulta que el aceite ha subido un 50% y no creo que haya sido por el turismo. Se ha amplificado el turismo en ocasiones para tapar otros problemas mayores.

¿Cuáles diría que son los grandes retos de la hostelería en Donostia en este momento?

Bueno, el principal -y lo venimos reivindicando desde hace tres años ya- es la existencia de una oferta pública formativa: una escuela pública de oficios turísticos. Gipuzkoa es la capital turística de Euskadi y no tiene oferta pública de formación en hostelería. Este gobierno, más o menos, lleva 40 años gobernando y se ha negado a esa opción.

Otro aspecto que tiene que mejorarse, desde un punto de vista estructural, es la interlocución con la administración pública y ese apoyo que hemos comentado para quien quiere emprender. Y luego también el sector tiene que ganar en competitividad y dar imagen más atractiva hacia las personas como fuente de trabajo.

Respecto a esa necesidad de una formación de carácter público… ¿no es incongruente el segundo edificio del Basque Culinary Center?, ¿cómo encaja la cesión de suelo público en esta historia?

Soy defensor de ese proyecto. El Basque Culinary Center es la última gran marca que ha salido de aquí siguiendo el paso de otras como la DonostiCup o el Zinemaldi… Soy partidario de la ubicación del GOe. Si tenemos que competir por traer talento con Singapur o San Francisco, una ubicación junto al mar en un distrito urbano es perfecta. La ciudadanía ha hecho un tremendo esfuerzo entregando los instrumentos a las instituciones y ahora la música tiene que sonar. Yo estoy por la labor de hacer ese tipo de esfuerzos porque proyectos como el GOe nos ubican en el mapa. Y estoy convencido de que va a ser motor del barrio. Por otro lado las incógnitas siempre existen ante algo nuevo. Es normal.