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Nutrición y salud bucodental: cómo proteger tus dientes y encías gracias a la alimentación

Los nutrientes presentes en los alimentos actúan como una primera línea de defensa contra las enfermedades bucales

img 0 1 Nutrición y salud bucodental: cómo proteger tus dientes y encías gracias a la alimentación
Foto: Freepik

La relación entre nutrición y salud bucodental es más estrecha de lo que a menudo se percibe. Los dientes y encías no son estructuras aisladas, sino tejidos vivos que requieren nutrientes específicos para mantenerse en buen estado. Una alimentación equilibrada aporta los elementos necesarios para conservar el esmalte, reducir la inflamación de las encías y favorecer la regeneración de los tejidos. Por el contrario, una dieta desequilibrada abre la puerta a la caries, la pérdida de piezas y enfermedades periodontales que afectan al bienestar general. Para ayudarte a entender cómo puedes cuidar tu boca desde la alimentación y prevenir problemas futuros hemos consultado a Marga Achutegui, dentista en San Sebastián, que nos ha ayudado a elaborar esta pequeña guía orientativa sobre nutrición y salud bucodental.

Alimentos que fortalecen dientes y encías

Los nutrientes presentes en los alimentos actúan como una primera línea de defensa contra las enfermedades bucales. El calcio, presente en lácteos, almendras o brócoli, fortalece la estructura dental y contribuye a la mineralización del esmalte, que es la barrera protectora frente a bacterias y ácidos. La vitamina D, que se obtiene del pescado azul, los huevos y la exposición solar moderada, es imprescindible para que el calcio se fije de forma efectiva en dientes y huesos maxilares. La vitamina C, abundante en cítricos, fresas y pimientos, favorece la producción de colágeno en las encías, disminuyendo la inflamación y el sangrado. Una dieta deficiente en esta vitamina se relaciona con encías debilitadas, lo que aumenta el riesgo de gingivitis y periodontitis, patologías que requieren tratamientos propios de la periodoncia. Además, alimentos ricos en fósforo, como el pescado o las legumbres, participan en la reparación del esmalte, mientras que aquellos con textura fibrosa, como la manzana o la zanahoria cruda, estimulan la producción de saliva, un mecanismo natural que limpia la boca y regula el pH.

Alimentos que conviene moderar

El exceso de azúcares refinados es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de caries. Estos azúcares alimentan a las bacterias de la placa dental, que producen ácidos capaces de desmineralizar el esmalte. Si esta situación se repite con frecuencia, la desmineralización supera la capacidad de remineralización natural de la saliva y aparecen las lesiones cariosas. A este efecto se suma el consumo habitual de refrescos, bebidas energéticas o zumos envasados, que no solo contienen azúcares, sino también ácidos que erosionan el esmalte de manera progresiva. Esta erosión, silenciosa y acumulativa, puede derivar en hipersensibilidad dental y fracturas. Cuando la pérdida de piezas es consecuencia de caries avanzadas o periodontitis, la recuperación funcional y estética suele requerir tratamientos de implantología avanzada, una disciplina que devuelve al paciente la capacidad de masticar y hablar con normalidad, además de mejorar la calidad de vida.

Nutrición en la infancia y salud bucodental

La alimentación durante la infancia tiene un impacto decisivo en la salud oral a corto y largo plazo. Los dientes de leche cumplen funciones esenciales: permiten masticar correctamente, facilitan el desarrollo del habla y mantienen el espacio para los dientes permanentes. Una dieta deficiente en calcio y vitamina D en esta etapa puede comprometer la correcta mineralización de los dientes definitivos, haciendo que erupcionen más vulnerables al desgaste y a la caries. Incorporar verduras de hoja verde, pescado y lácteos en las comidas de los más pequeños asegura un aporte suficiente de estos nutrientes. Por otro lado, el consumo frecuente de zumos envasados, galletas o bollería industrial aumenta de forma significativa la prevalencia de caries tempranas. La orientación de un dentista para niños resulta esencial para guiar a las familias en la elección de alimentos y hábitos adecuados. Por ejemplo, aconsejar sustituir refrescos por agua, fomentar meriendas a base de fruta fresca en lugar de productos azucarados y reforzar la importancia del cepillado después de cada comida. Estas medidas no solo previenen caries en dientes temporales, sino que también establecen rutinas saludables que perduran en la vida adulta.

Prevención y revisiones periódicas

Una nutrición equilibrada contribuye a mantener dientes y encías en buen estado, pero la verdadera prevención se logra combinando esos hábitos con revisiones periódicas y una higiene bucodental adecuada. Los especialistas recomiendan acudir al dentista al menos una vez al año, aunque en personas con mayor riesgo de caries, antecedentes de enfermedad periodontal o encías que sangran con frecuencia, la visita debería programarse cada seis meses. Este control permite detectar problemas en fases tempranas, cuando el tratamiento resulta más sencillo y menos invasivo.

Es fundamental estar atentos a señales de alarma como sangrado persistente al cepillarse, mal aliento que no desaparece tras la higiene diaria, sensibilidad dental al frío o al calor, retracción de encías o aparición de manchas oscuras en el esmalte. A la par que las revisiones, la higiene diaria constituye la base de una boca sana. El cepillado debe realizarse al menos dos veces al día, con una técnica que incluya movimientos suaves desde la encía hacia el borde del diente, evitando la presión excesiva que daña el esmalte. El uso de seda dental una vez al día es imprescindible para eliminar la placa que se acumula entre los dientes, donde el cepillo no llega. Además, los colutorios con flúor ayudan a reforzar el esmalte y a controlar la proliferación bacteriana.


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