Zaldiaran. Las ventanas de Mari

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Las brumas, fieles amantes de los hayedos, acarician el bosque con dulzura, aferrándose tercamente a los árboles. Esas brumas le regalan humedad, agua, alimento, vida en definitiva, pero también envuelven el bosque de misterio, de belleza, lo convierten en el lugar idóneo para los viejos cuentos de duendes, hadas, gnomos o leprechaunds, que hacen del hayedo su hogar. Como no podía ser de otra forma, nosotros buscadores de belleza, nos dejamos embaucar por la atracción magnética de esas brumas, caminando pausadamente sobre la alfombra telúrica de la hojarasca.

Despuntando sobre el hayedo, una cumbre caliza se empeña en asomarse al paisaje que la rodea, a los espacios abiertos y libres, a los mil y un valles, que se agazapan al abrigo de su pétrea y boscosa forma. Allí, en lo más alto, en su arcaico feudo de bosque y belleza, guarda celosamente las viejas leyendas de la mitología, en esta montaña considerada sagrada por las gentes de estos valles, quizás hechizados por su magia, la diosa Mari, ubicó una de sus principales moradas, hoy caminamos hacia Zaldiaran.

Hayedo

Una cumbre que se eleva vigilante sobre Vitoria-Gasteiz, cerrando el horizonte por la parte sur de la capital alavesa. Perteneciente al pequeño macizo conocido como Montes de Vitoria, su acceso es un regalo de caminar pausado entre impresionantes bosques de hayas y robles, quejigos y tejos. Alcanzar su cumbre es un delicioso paseo, si bien la ubicación de varias antenas de comunicaciones restan belleza a su cima no desmerecen para nada las vistas y sensaciones que allí sentimos.

Partimos de basílica de Armentia, auténtico centro espiritual de la zona, que se ubica en las afueras de Gasteiz. Podemos aparcar junto a las campas que rodean el templo, donde cada 28 de abril se celebra una romería en honor al Santo Patrón de Álava, San Prudencio. Frente a la basílica, junto a una parada de autobús, un sendero se interna en dirección SW, siguiendo un cartel que nos indica la entrada al bosque de Armentia. Muchos son los caminos que recorren este autentico pulmón verde gasteiztarra, pronto llegamos a un cruce junto a una fuente, en el que optamos por seguir hacia la derecha. Caminamos disfrutando en todo momento del fantástico bosque, hasta llegar a la carretera que sube hasta la barriada de Ezkibel, hacia donde nos dirigimos, pero evitamos el carretil, cruzándolo y tomando una senda que asciende poco a poco, acariciando suavemente el bosque. Tras un tramo, topamos con las marcas rojas y blancas del GR-25, que seguimos y que nos acercan hasta Ezkibel.

En este punto, podemos acercarnos a conocer una bonita cima, que se eleva sobre la aldea, para ello, desde el grupo de casas, tomamos un sendero que a nuestra derecha nos lleva rápidamente hasta la cima de Ezkibelgo Atxa. En lo alto de esta cumbre, se ubica una torre semiderruida, datada en el siglo XIX, y que se utilizó como telégrafo óptico y torre defensiva, además nos ofrece una vista preciosa de la ciudad de Vitoria, así como de la llanada alavesa.

Desde la cima debemos seguir dirección SW, hasta topar con una alambrada donde giramos a nuestra izquierda y caminamos pegados al cerramiento, hasta llegar a una senda que nos lleva a un camino marcado con el GR-25. Seguimos esta ruta por poco tiempo pues pronto la abandonamos para tomar una clara pista que se dirige en dirección sur y bordea la cota de Basagana, para auparnos cómodamente al cordal de Zaldiaran. En el collado giramos a nuestra izquierda para buscar la cima de la montaña.

Cruz de la cima

Desde su cumbre, disfrutamos de unas incomparables vistas sobre la capital alavesa, así como de las extensiones que poco a poco van desperezándose hacia el Sur. Corona la cumbre una cruz, heredera de una anterior colocada allí en septiembre de 1946. Esta cruz original, estaba fabricada en madera y contaba con unos 3 metros de altura. Sus promotores fueron montañeros que a posteriori, formarían la sociedad excursionista Manuel de Iradier. A los pies de la cruz, se colocó un buzón, el primero en esta montaña. La cruz que vemos en la actualidad, tiene un curioso origen, que nos remonta hasta el año 1934. Por esa época, Francisco Hernández Peña, médico de Vitoria, crea la primera emisora de radio alavesa, que llamó EAJ-62, y que emitía desde una casa en la calle Prudencio María Verástegui. Esta radio fue el origen de la actual Radio Vitoria. Para emitir creo una antena que colocó entre las calles Libertad, Los Herrán y Francia. Cuando el doctor no pudo seguir con su labor, vendió la emisora y donó la antena. Con ella y otros materiales, se construyó la actual cruz que vemos en la cima, que se colocó allí en 1950.

Alcanzando la cumbre

Su cima guarda además, los restos de un castillo de origen medieval que se abandonó, y se reutilizó por el ejército francés en la batalla de Vitoria, acaecida en 1813 y enfrentó a tropas francesas que escoltaban a José Bonaparte en su retirada a Francia, y tropas españolas, británicas y portuguesas al mando del Duque de Wellington. La victoria cayó del bando aliado, actualmente suele realizarse una recreación histórica de dicho evento en la ciudad de Vitoria-Gasteiz.

Tras dejarnos imbuir de la magia y belleza, de la historia y curiosidades de la cima de Zaldiaran, debemos continuar, debemos buscar calmadamente nuestras viejas leyendas,…

Para ello, descendemos de la cima bien por la pista que sube desde el puerto de Zaldiaran, o bien utilizando un corto destrepe que realizaremos con precaución, hasta topar con el carretil. Descendemos por la pista unos metros hasta una marcada curva, donde tomamos un sendero que sale a nuestra izquierda. Lo seguimos para dejarlo y bajar por el bosque hasta topar con las cuevas, conocidas como ventanas de Ogabe o Marizulopeta, habitáculo de la diosa Mari. La gran diosa mitológica vasca, la principal deidad de su Olimpo, posiblemente heredera de los viejos cultos a la Ama Lurra, la Madre Tierra. Hacedora de tormentas y tempestades, dominadora de los animales y capaz de castigar o premiar.

Parece que el origen de las cuevas, pudiera estar en la Edad Media, obra de algún eremita que decidió retirarse hasta este paraje singular. Barandiarán, recogió una vieja leyenda nos habla de una “mora”, que habitaba en el castillo de Zaldiaran, y que posiblemente esté vinculada a la diosa Mari:

En la antigua fortaleza que coronaba el monte Zaldiaran, vivía un genio, también llamado mora. Acostumbraba a sentarse en la puerta del castillo con dos niños a su lado, mientras se peinaba con un peine de oro. Un día se acercó hasta allí una pastora que acompañaba a su ganado, tanto la dama como los niños se retiraron al interior apresuradamente, dejando fuera el peine de oro. La muchacha lo cogió y huyó de la montaña, pero la mora, la seguía diciendo:

Dame mi peinedere.

Esta mora está directamente relacionada con el mito de Mari y la creencia de que esta cima es habitáculo de la diosa.”

Dejamos a los ancestrales cuentos acurrucados en su feudo de bosque y caliza, para continuar nuestro caminar, acompañados por la magia telúrica de la vieja cultura de las montañas.

Desde aquí seguimos por el bosque en dirección NW hasta salir a una ancha pista que nos llevará hasta la cima de San Kiliz, coronada por un tamboril. Desde el cordal de la montaña, una senda desciende decididamente hasta una pista con marcas del GR-25 que nos llevará a Berrostegieta, desde donde un marcado camino nos interna de nuevo en el bosque de Armentia, para llegar al punto de partida.

Regresamos al bullicio de la ciudad, a las prisas, al ritmo frenético, pero regresamos, plenos de belleza, de magia, de bosque, de leyendas y de historia, de paz, sabedores de que la montaña nos espera para volver a sumergirnos en su belleza telúrica, que allá arriba nos aguarda la seguridad de las montañas.

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