Auza Gaztelu, la cocina de los jentiles

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Auza Gaztelu

Volvemos a la mágica sierra de Aralar, volvemos a sentir esa energía telúrica, magnética, prácticamente indescriptible con palabras, de esta montaña. Hay lugares que te marcan, que forma parte de ti, de manera irremediable, y creo que parte de nuestra alma queda en ellos. Mis viejas botas errantes de bruma y hojarasca, vuelven una y otra vez a sentir bajo sus suelas la hojarasca de los bosques de Aralar, la emoción de sus cimas, la delicadeza, casi pictórica, de sus verdes praderas de altura, la caricia de sus rocas calizas y de su musgo vitalizante, vuelven, en definitiva, a sentir la libertad en estado puro.

Volvemos a buscar viejos mitos, viejas leyendas y cuentos narrados durante milenios al calor del fuego del hogar en las largas noches de invierno. Volvemos a buscar viejas historias, viejos senderos, viejos secretos, y que mejor manera de hacerlo, que caminando despacio, al ritmo de las montañas y los bosques, que descubriendo con el corazón y la mente abiertas, en definitiva que mejor forma de hacerlo que viviendo el momento.

Auza Gaztelu
Auza Gaztelu

En las estribaciones del norte de la sierra de Aralar, allí donde los barrancos, que caen desde las alturas de las altas praderas de verde inmaculado, alcanzan vertiginosamente el piedemonte, se alza, misteriosa, la hermosa cima de Auza Gaztelu que eleva sus poco más de 900 de altura, entre las cuencas de los rios Urtsu y Amondarain.

Agazapada a la sombra del majestuoso pico Larrunarri o Txindoki, pareciera que quisiera pasar desapercibida, como queriendo guardar celosamente los muchos tesoros míticos que tiene reservado para quien se acerque a su sombra con calma. Pero su elegante figura no pasa desapercibida desde ningún punto, como si un telúrico magnetismo atrajera al caminante de forma irremediable.

Txindoki
Txindoki

Alcanzar su cima es una preciosa excursión, que se puede realizar desde varios puntos: desde el área de recreo de Olasakoi, a la que se accede desde la localidad de Zaldibia; desde Lizarrusti o bien desde el embalse de Lareo, pasando por la interesantísima vaguada de Ondarre; caminando por la indescriptible Calzada de los Jentiles para alcanzar el collado de Pikoeta y dirigirnos hasta la mágica cima. El caminar por cualquiera de estos bellos parajes, es una delicia en si misma, pero hoy les propongo una ruta que acaricia en sus primeros pasos la imponente mole de Txindoki, para abandonar posteriormente la ruta a esta cumbre y sumergirnos de lleno en el camino hacia Auza Gaztelu, comencemos.

Dejaremos el coche en el área de recreo de Zamao, ubicada en el barrio de Larraitz, perteneciente a la localidad gipuzkoana de Abaltzisketa. Desde aquí, debemos cruzar una puerta metálica, y tomar el marcado camino que pausadamente va ascendiendo hacia Txindoki, acariciando su ladera. Llegamos a una marcada curva, desde la que a nuestra derecha, un sendero en la linde del bosque, abandona la ruta hacia Txindoki. Tomamos este nuevo sendero, que cruza una langa, para asomarse al barranco, regalándonos una impresionante vista de nuestro objetivo de hoy. Enseguida, nos sumergimos en un bellísimo hayedo, donde disfrutar de la magia de estos maravillosos árboles. Tras salir del bosque, la pista se convierte en sendero, y salvamos un trecho duro pero breve, que nos deja en el collado de Errekonta, tras cruzar una portezuela. Estamos bajo el vértice cimero de Auza Gaztelu, solo resta ascender la dura cuesta que se dirige sin perdida hacia las peñas de la cumbre. Alcanzamos la cima de Auza Gaztelu donde nos reciben unas vistas sublimes, Txindoki nos llama poderosamente la atención, desplegando sus magnéticos encantos ante nuestros maravillados ojos.

Auza Gaztelu
Laderas de Auza Gaztelu

En la cumbre de Auza Gaztelu, podemos observar aún los restos de lo que fue una torre de vigilancia que hunde sus orígenes en los tiempos del Medioevo, allá por el siglo XIII. Su nombre ya nos indica con el topónimo Gaztelu (castillo en euskera), su antiquísima historia, fue parte de la frontera del viejo reino pirenaico de Navarra. Esta fortaleza era la encargada de vigilar la cercana calzada de Enirio, que pasa un poco más abajo, en la vertiente este de la montaña. Este ancestral camino enlosado, unía Navarra con la costa gipuzkoana, esta misma calzada pasaba bajo otra fortaleza de parecidas características a la de Auza Gaztelu, la del pico Mendikute, ya en el macizo de Ernio. Antigua ruta neolítica de transhumancia, se reutilizó para el transito de peregrinos, soldados, comerciantes y un sinfín de gentes que caminaron por sus enormes losas.

Pero sus orígenes van más allá, hunden sus raíces en lo más profundo de nuestra historia y de nuestras viejas leyendas. En la cima de Auza Gaztelu, nos cuenta la mitología, que habitaron una familia de jentiles, de hecho también se conoce al pico como Jentilen Sukaldea (cocina de los jentiles). Son estos son unos personajes mitológicos de fuerza descomunal, representantes de las antiguas creencias y considerados constructores de varios monumentos megalíticos, así como colaboradores con los humanos en la factura de algunas iglesias como son la de Ataun, Zurbano o la ermita de La Antigua de Zumarraga.

La cocina de los jentiles
La cocina de los jentiles

Una leyenda nos cuenta, lo siguiente:

El jefe de los jentiles que vivían en la montaña, fue a buscar trigo a Navarra, y regresando con siete pellejos de buey llenos de cereal, se topó con su hija en la fuente que nace bajo la montaña. Esta le dijo:

-Ven aquí a descansar y a beber agua fresca.

Eel gentil contestó:

– si hubiera sabido que me era lícito soltar la carga y descansar en el camino, habría tomado sobre mí otros siete sacos más como estos que traigo.”

También se cuenta que uno de ellos arrojó una enorme piedra desde la cima, pero que patinó en el momento del tiro, y el proyectil cayó junto a la majada de Ausokoegi, se trata del dolmen que aún hoy podemos ver junto a la misma.

Así mismo se dice que eran los constructores de la calzada de Enirio, antes mencionada, colocando las enormes losas, por las que hoy caminamos, en varias piedras se aprecian dos marcas paralelas, que al parecer y según los viejos cuentos, serían las marcas de las ruedas que dejaron allí los carros de los gigantes.

Calzada de los Jentiles
Calzada de los Jentiles

Este mito de los jentiles, esta muy relacionado con la llegada del Cristianismo a tierras vascas, que los viejos cuentos de nuestra mitología cuenta a su forma:

Un grupo de jentiles, jugaban en un monte a la pelota, cuando vieron aparecer una extraña nube, asustados consultaron al más anciano de la tribu, el cual ordenó que le levantaran los párpados con una palanca, pues el sólo no era capaz de hacerlo, tal era su avanzada edad. Cuando el anciano vio la nube exclamó:

-Ha nacido Kixmi, es el fin de nuestra era, arrojarme por un barranco

kixmi significa mono en euskera, y hace referencia a la llegada de Cristo. Los jentiles obedecieron al anciano, y los demás se ocultaron bajo las losas del dolmen de Jentillarri, cercano a Auza Gaztelu, y al bode de la calzada de Enirio. Todos menos uno, se trata de Olentzero que anualmente baja a los pueblos a anunciar en Nochebuena la buena nueva del nacimiento de Cristo.

Historia, mitología, paisaje, calma, misterio, todo esto y muchas cosas más guarda esta singular montaña, sólo queda acercarse a ella, subir a su cima o dejarse embaucar por su silueta desde cualquier punto de sus alrededores. Acérquese, amigo lector, a su sombra, en coche, en bici, andando, en burro o como desee, pero acérquese a Auza Gaztelu, y escuche su ancestral susurro, el viento que baja de sus alturas le contará viejas historias reales o ficticias, eso no importa, y tal vez si se fija bien, vea salir el humo de la chimenea de la cocina de los jentiles.

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