Sastarri. De bosques, carboneros, mitos y belleza

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Cumbre de Sastarri

Como ya sabréis, queridos lectores, la sierra de Aralar, es para este humilde vagabundo de hojarascas, un lugar profundamente íntimo, especial. No oculto, ni lo intento, que esta bella montaña ocupa un lugar de oro en mi corazón, allí donde más calorcito hace. Profundamente vinculada a mi existencia desde que tengo uso de razón, sus dulces praderas, templos acogedores, cumbres magnéticas y bosques brumosos, han sido testigos de pasajes de mi vida, enormemente maravillosos, especiales. Parajes y vivencias, que te hacen ser lo que uno es.

Pues bien, uno de estos parajes, unido por misteriosos hilos invisibles a un momento muy especial de mi vida, es la cumbre de Sastarri. También conocida como Sagastarri, Sarastarri o Sahastarri, eleva sus 995 metros de altitud en la zona occidental de la sierra. A medio camino entre los bellos bosques de Lizarrusti y las praderas de altura de Enirio, se alza una imponente barrera caliza que acoge la cumbre de Sastarri, además de sus vecinas Agaotz o Leizadi entre otras. Esta muralla pétrea, que forma una enorme comba, nace en el precioso paso de Baiarrate, y llega a la zona del barrio de San Gregorio de la localidad gipuzkoana de Ataun.

Cueva de Sastarri
Cueva de Sastarri

La magia de esta magnifica montaña no pasó desapercibida para nuestros antepasados, gentes vinculadas a la naturaleza, gentes que formaban parte de ese todo con la natura, algo que poco a poco vamos olvidando en este mundo súper tecnológico y alocado, con redes engañosas y pantallas hipnóticas. Sastarri guarda en sus profundas barrancas un gran número de cuevas, placer de espeleólogos, entre las que encontramos una caverna especial, que atesora el arcaico poso de nuestra vieja mitología. No muy lejos de la cima de la montaña, oculta en el hayedo, encontramos la cueva donde la tradición cuenta que vivió la diosa Mari, así como una familia de gentiles, la cueva de Sastarri.

Boca de entrada de la cueva de Sastarri
Boca de entrada de la cueva de Sastarri

Pero vayamos paso a paso, primero debemos disfrutar de un precioso caminar para alcanzar la mítica cueva. Una de las rutas más clásicas de ascenso a Sastarri, es la que parte desde el collado de Urkillaga, cercano al barrio ataundarra de Aia. Se recorre la cresta por las citadas cimas de Leizadi y Agaotz, para alcanzar su cumbre. Pero hoy, les quiero proponer, otro caminar, algo más pausado, pero que a cambio, nos permitirá disfrutar de magníficos hayedos, profundos y bellos, plenos de esa magia única del bosque.

Nuestro vagabundear parte desde el puerto de Lizarrusti, junto al antiguo cuartel de Miqueletes, donde aparcamos en el parking contiguo.

Hayedos de Lizarrusti
Hayedos de Lizarrusti

El cuerpo de Miqueletes, estuvo encargado del mantenimiento de la paz social y de la seguridad ciudadana, siendo una especie de policía foral, pero también tenían como misión el cobro de arbitrios provinciales, perseguir el contrabando y vigilar los pasos de montaña y fronterizos. El día 24 de septiembre de 1839, la diputación de Gipuzkoa crea un cuerpo denominado “Celadores de Protección y Seguridad Pública”, que posteriormente daría origen al “Cuerpo de Miqueletes”. Hoy esta casona, es un centro de acogida de visitantes, donde se puede ver una maqueta de la sierra y recoger información de la misma.

Tunel de Akerreta
Tunel de Akerreta

Desde el aparcamiento, vemos un marcado camino que se interna directamente en el hayedo, sin pérdida, seguimos las indicaciones hacia el embalse de Lareo. Pronto la magia del bosque nos envuelve totalmente, convirtiendo el paseo en una auténtica delicia. Las hayas nos susurran su magia telúrica, llenando nuestra alma de esa atávica energía que tan solo se siente bajo el influjo de los árboles. Alcanzamos así los saltos de agua que la regata de Maizi nos ofrece, y cruzamos un túnel artificial, conocido como túnel de Akerreta, unas cadenas nos ayudan a salvar una zona un tanto vertiginosa, aunque sin ningún peligro. El camino por el que caminamos pausadamente, son los restos del trazado por el que, un pequeño tren transportaba el carbón vegetal que se fabricaba en los profundos hayedos que hoy visitaremos, así como piedras, muchas de las que llegaron a la fábrica de Quifosa, próxima a Lizarrusti. Pronto llegamos a un puente de madera por el que vadeamos el arroyo, y tras dejar a nuestra derecha una antigua cantera, alcanzamos el embalse de Lareo, por una pista con diversos atajos. Una vez en el muro de contención del embalse, tomamos el sendero que lo bordea por nuestra izquierda, que nos llevará a la otra vertiente del lago. Encontramos allí un desvió hacia la izquierda, que remonta el bosque y que está señalado como “Sarastarri”. El sendero remonta sabiamente el bosque donde nos topamos con unos preciosos ejemplares de tejos, árbol sagrado para muchas antiguas culturas. Las huellas de los carboneros que trabajaron en estos parajes, salen a nuestro encuentro, pudiendo verse restos de las plataformas de las carboneras, txondorras en euskera. Para fabricar el carbón vegetal, se utilizaban las hayas, cortando tan sólo sus ramas cada cierto tiempo, evitando así derribar el árbol, lo que generaba las autenticas esculturas naturales que el bosque esconde, a estas hayas se las conoce como trasmochas. Para la realización de la txondorra, los carboneros colocaban en el centro de la circunferencia, que será la carbonera, la chimenea, luego apilaban alrededor de ella los troncos formando así una estructura piramidal, que se tapaba con tierra, luego se hacia un fuego junto a la txondorra, cuyas brasas se tiraban por el hueco de la chimenea desde arriba, para que la madera ardiera, se dejaban zonas sin tapar, con la misión de que el aire entrara creando brasas y evitando que ardiera toda la madera. Se pretendía, de esta forma, generar humo para carbonizar la madera. Finalmente se retiraba la tierra, recogiendo el carbón, el proceso podía durar casi un mes.

Puente de Lareo
Puente de Lareo

Poco a poco, casi sin darnos cuenta vamos siguiendo el camino que juguetea entre las piedras calizas y los árboles, hasta que, casi en la linde del bosque, vemos una senda que nos lleva rápidamente hasta la cueva de Sastarri. Un hito de piedras marca la ruta a seguir hasta la caverna.

Tejo en el camino a Sastarri
Tejo en el camino a Sastarri

Estamos en uno de esos lugares mágicos de nuestra vieja mitología, la cueva,

oculta en la espesura, encierra antiguas leyendas de nuestros ancestros, de esas que se contaban al calor de la lumbre en las largas noches de invierno, y que debemos mantener y transmitir.

Felipe de Aguirre del caserío Mendiurkullu, situado en Ataún, contó a José Miguel de Barandiarán la siguiente leyenda:

Un joven carbonero fue a por agua a la cueva de Sastarri; pero volvió asustado y sin agua a su choza. Entonces uno de los jefes del grupo de carboneros fue allí; pero también él regresó asustado y sin agua. Ambos dijeron haber visto en la entrada de la cueva a una joven, mujer hermosa de cuerpo gracioso peinando sus cabellos, y que huyeron pensando que allí, en aquel lugar, una tal visión no podía ser de buen augurio. Decía que aquella joven sería Marimunduko, la diosa Mari, o bien, la hija de la familia de los gentiles que, en otro tiempo, vivieron en las cavernas y que, al llegar el cristianismo, se habían retirado a las estancias más profundas de los antros”.

Barrera caliza de Sastarri
Barrera caliza de Sastarri

Se puede acceder a su interior con las precauciones y respeto debidos. Una pequeña laguna nos aguarda en sus profundidades, que atesora una curiosa historia, protagonizada por el propio sabio de Ataun. Y es que Barandiarán cruzó este pequeño lago subterráneo, en solitario y a nado, con una vela sobre su cabeza, para buscar utensilios que los carboneros pudrieran haber dejado allí, siempre sorprende la capacidad y pericia del investigador ataundarra.

La cima de Sastarri queda cercana, retornamos al cruce y salimos del hayedo, para caminar directamente a su cima. El paisaje desde allí es abrumador, la mágica sierra de Aralar se despliega ante nosotros con toda su magnética inmensidad.

Embalse de Lareo
Embalse de Lareo

Solo resta retornar a Lizarrusti, descendemos por el mismo sendero del bosque hasta el embalse, allí, en lugar de seguir por la ruta anterior, podemos girar por la pista hacia nuestra izquierda. De esta forma completaremos el paseo bordeando totalmente el lago. Tras caminar por la pista un tramo, llegamos a un desvío a nuestra derecha que nos lleva a un curioso puente de madera de estilo nórdico. Antes hemos pasado junto al dolmen de Lareo, cuyas piedras fueron utilizadas para la construcción de una chabola pastoril próxima. Así, alcanzamos el muro de contención donde nos unimos a la ruta de subida y descendemos hasta Lizarrusti.

Dolmen de Lareo
Dolmen de Lareo

Dejamos allá arriba las viejas leyendas de la montaña, caminamos saboreando los sublimes paisajes, la energía del bosque, en definitiva, saboreando la belleza, la paz, la armonía, la vida.

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