Algunos pequeños donostiarras tienen la playa a un kilómetro de su casa y están pendientes de que se la abran mañana. O el parque correspondiente. Y otros chavales, muchos, han descubierto desde el pasado domingo rincones junto a su casa que antes ni miraban al pasar. Enclaves de aventura que antes eran lugares de paso y que ofrecen grandes posibilidades, diversión y desahogo. Los barrios tienen sus tesoros infantiles recién descubiertos. Parecían escondidos. No serán playas ni parques, pero basta la imaginación para pasar una hora estupenda.
Marti Buckley escribe la ‘biblia pop’ de los pintxos donostiarras
La periodista de Alabama, residente en San Sebastián, publica el colorista The Book of Pintxos y ya es uno de...
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