Dos únicas personas en la plaza Easo pasado el mediodía y ambas con mascarilla. Apenas se escuchan ruidos porque el tráfico ha descendido notablemente. Ni la música de los bares de la plaza, ni el el ruido de platos y vasos. Las terrazas recogidas en este mediodía soleado aunque fresco. Y esa premura que se observa en quienes caminan, como si fueran pillados en falta aunque vaya a comprar comida. Es Donostia durante un Estado de Alarma. Y todavía cuesta acostumbrarse.
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