Durante el confinamiento las casas se han convertido en refugio para todos, cárcel para algunos, lugar de juego, de estudio, de reencuentro con uno mismo. Y también en espacio para el ensayo y el entrenamiento como se ve en la imagen. Los pequeños bailarines de la Escuela Municipal de Música y Danza tienen sus correspondientes citas on-line con sus profesores y siguen practicando. Con las mismas ganas y quizá con más mérito. Tabletas, móviles u ordenadores de la casa se ponen a su disposición. Y la casa se convierte en la escuela de danza. No será lo mismo, pero es una gran experiencia.
Absuelven a los dos empresarios acusados de un vertido de cianuro al río Deba en Bergara
La Diputación foral de Gipuzkoa, que ejercía la acusación particular, reclamaba un año de prisión para cada uno
Seguir leyendo