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‘Argentina, 1985’, “Nunca más” [Ovación]

El filme dirigido por Santiago Mitre y premio del Público en el Zinemaldia es un emotivo e inteligente alegato en favor de las víctimas con un Ricardo Darín (de nuevo) inconmensurable

Ricardo Darín en una escena de ‘Argentina, 1985’

Hay películas que, más allá de su función de rescatar la memoria o recrear un episodio histórico, emocionan no tanto por lo que cuentan (que también) sino por cómo lo hacen. La última película de Santiago Mitre (‘La cordillera’), es una de ellas. ‘Argentina, 1985’ es un filme capaz de dejar clavado al espectador en la butaca durante 140 minutos que se hacen cortos y de potenciar la sensación de haber acompañado, apoyado y ayudado al equipo del fiscal Strassera a ganar el juicio más importante desde Núremberg, el que en 1985 la justicia argentina llevó a cabo contra Videla y otros altos cargos de la última dictadura militar del país entre 1976 y 1983.

Hay pasión, emoción y un contundente deseo de justicia y reparación a las víctimas de esa violencia y barbarie. Quizá por eso el filme, premio FIPRESCI en la pasada edición del Festival de Venecia y galardón del Público en Zinemaldia 2022, despierta con sencillez y sin grandes trucos de artificio una profunda empatía.

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Con un uso muy inteligente de la cámara al hombro, Mitre se asegura de mantener al público bien cerca de un Ricardo Darín magistral (como siempre) y sobre el que orbita una película, en el fondo, muy coral. El guión del propio Santiago Mitre y Mariano Llinás, orquestado con precisión milimétrica, transita en una primera parte desde el costumbrismo que permite un exhaustivo retrato de los personajes a la crónica de una investigación (la recogida de testimonios y pruebas a contrarreloj llena de ingenio y entusiasmo por parte del joven equipo de Strassera) que permita establecer una acusación sólida contra los militares encausados. ‘Argentina, 1985’ no oculta su posicionamiento al lado de las víctimas. Y lo hace sin pudor, con el convencimiento de estar del lado de la verdad y de la justicia. Por eso la segunda parte del filme, la del juicio, tiene ese carácter catártico dando voz a los afectados y mostrando las amenazas que el equipo y la familia de Strassera soportan (con estoicismo e incluso con mucho humor) durante el juicio.

Si en la primera parte de la película los planos cámara al hombro proporcionan dinamismo y agilidad al filme, en esta segunda, el estatismo de la sala de vistas se vence con un interesante juego entre la imagen real y la que captan las televisiones que cubren el mediático juicio. Todo ello se apoya en un magistral y destacadísimo trabajo de montaje (de los mejores de los últimos años) y a una dirección de fotografía de Javier Juliá sobresaliente. Es innegable el trabajo de recreación casi milimétrico de aquel importante y decisivo proceso judicial, pero el filme no se queda superficialmente en ello. Utiliza todos los recursos que ofrece el séptimo arte para atrapar y emocionar hasta llegar al momento más especial, el más dramático, el testimonio de la mujer en avanzado estado de embarazo a la que torturaron. Ahí, la sutil música de Pedro Osuna enmudece. Sólo se escuchan sus palabras en uno de los momentos más brillantes del filme.

Pero ‘Argentina, 1985′ no siente interés en ensalzar héroes. Su principal acierto es que no pierde de vista que son seres humanos. De ahí que el humor, que destensa en los momentos más duros, permita también construir un retrato más real, poliédrico y profundo de los personajes.

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Si Ricardo Darín está perfecto como el fiscal Julio Strassera, mención especial requieren también Peter Lanzani, como su joven ayudante Luis Moreno Ocampo, y Alejandra Flechner, que da vida a su mujer. Aunque cada uno de los personajes suma y aporta a este filme con un momento de oro o una frase crucial.

Todo esto hace que ‘Argentina, 1985’ sea emoción, pero sin caer en el sentimiento fácil; que retrate un episodio crucial en la historia reciente de Argentina, aunque sin caer en grandilocuencias y sobre todo, que alguien ajeno a la realidad de ese país pueda identificarse y hacer suyo ese rechazo a la barbarie, a las amenazas, a la violencia y decir también “nunca más”… “Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino: Nunca más”, afirma Julio Strassera/ Ricardo Darín en su alegato final…. [Ovación].


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