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Reconocimiento

Deusto homenajea al sociólogo Javier Elzo en reconocimiento a su trayectoria

"Representas no solo lo mejor de nuestra historia, sino la mejor fuente de inspiración para el futuro", le dice el rector José María Guibert

Deusto homenajea al sociólogo Javier Elzo. Foto: Sara Santos

Deusto en su campus de San Sebastián celebró el viernes un acto de homenaje a Javier Elzo, catedrático de emérito de Sociología, en reconocimiento a su trayectoria profesional y vinculación a una universidad en la que, además de profesor e investigador, ha sido decano, director de Escuela e Instituto, presidente de Deusto Forum…

Un investigador incansable, autor, ensayista, conferenciante, melómano y «amante de la vida y de la verdad». Toda una institución que ha sabido llevar como nadie el nombre de Deusto. De ahí este agradecimiento a quien representa, según palabras del rector de Deusto José María Guibert: «no solo lo mejor de nuestra historia, sino la mejor fuente de inspiración para el futuro».

En este encuentro participó un gran número de personalidades del mundo de la sociología y la política, todos ellos profesionales, profesores, compañeros y amigos que han querido acompañarle en este día especial.

Estuvieron presentes Bingen Zupiria, consejero de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco; Markel Olano, diputado General de Gipuzkoa; Eneko Goia, alcalde de San Sebastián; Juan Mª Uriarte, obispo emérito de San Sebastián y José Mª Guibert, rector de la Universidad de Deusto, además de otras autoridades académicas de la Universidad.

Un ejemplo de la excelencia universitaria

«Vivimos tiempos de cambio vertiginoso; algo que tú, Javier, has sabido siempre explicar desde el rigor de los datos y con lucidez en el análisis», ha expresado el rector Guibert en la apertura del acto.

La Universidad está transformándose de manera acelerada y de algunos de los inicios de esos cambios el profesor Elzo pudo ser testigo. «Hace tiempo dijiste que la Universidad tenía que seguir siendo el espacio para el pensamiento crítico, para el debate de ideas y no para la reproducción de los discursos que hiciéramos los académicos».

Este homenaje es una ocasión inmejorable para recordar que, a pesar de todos esos cambios, la excelencia universitaria sigue ejemplificada en valores de compromiso crítico con la comunidad universitaria y con el conjunto de la sociedad. Valores que Javier Elzo personaliza representa de forma ejemplar porque, como ha añadido el rector, «significa precisamente ese modelo de miembro de la comunidad deustense en docencia, investigación, compromiso social y gestión, y que lo hace además conjugándolo con la máxima excelencia».

En este sentido, el rector citó a sus compañeros presentes en el acto, sus alumnos y continuadores que le avalan como profesor, así como en la investigación social en Euskadi y España.

Antes de finalizar sus palabras, José María Guibert le ha hecho una petición especial: «que además de disfrutar de la familia y la música, no dejes de lado tu trabajo al servicio de la sociedad porque de esta forma harás que tu universidad se sienta orgullosa y nos harás más grande como institución al servicio de la sociedad. Bejondeizula!»

Tras el rector intervinieron el alcalde Eneko Goia, el consejero vasco Bingen Zupiria, la catedrática de Sociología e investigadora María Silvestre, el catedrático de Derecho Internacional Privado de la UPV Juanjo Álvarez, el musicólogo Juan Ángel Vela Campo, el obispo emérito de Donostia-San Sebastián Juan María Uriarte y el diputado foral de Gipuzkoa, Markel Olano. 

Un regalo en forma de concierto-homenaje

La Universidad quiso guardar hasta el final el contenido del acto para darle una sorpresa a su ‘profesor e investigador destacado’. Javier Elzo llegó al campus donostiarra pensando en que Deusto le hacía «un regalo en forma de concierto homenaje» y así se lo hizo saber a sus amigos y compañeros cuando les invitó a acompañarle en este acto y como agradecimiento por su amistad durante sus años de docente e investigador en Deusto.

Sus palabras de gratitud sirvieron para dar un repaso a su trayectoria profesional. Treinta años en Deusto, 29 de ellos en el campus de Bilbao. Muchos años, a los que hay que añadir otros diez de investigación tras su jubilación, que se prolonga en su participación en la Asociación Pedro Fabro de jubilados de Deusto. «Años gozosos de docencia e investigación», es como lo define Elzo.

En su vida ha habido dos universidades: la de Lovaina que le formó y, en gran medida le configuró y a la que «debo gratitud eterna» y la universidad de Deusto donde más tiempo ejerció como profesor. 

Fue en 1981 cuando comenzó sus clases en Deusto. Su labor investigadora fue muy amplia aquellos años, particularmente en sociología de la juventud, de la violencia juvenil, de la familia, de la religión, de los valores y de la drogadicción, etc.

Repasó también sus once años como presidente del Forum Deusto y sus años en el Instituto Deusto de Drogodependencias sin olvidar sus contactos con la Fundación Alcohol y Sociedad, la Fundación de lucha contra las Dependencias de Madrid y al equipo de Juan Alberto Yaría en Argentina. También se acordó de los medios de comunicación en donde ha sido un colaborador habitual, y de las muchas conferencias que ha impartido, a lo largo de España y en las Américas y en Europa.

En su intervención también habló de la Universidad, «Deusto es una universidad de puentes», y recordó con emoción dos Encuentros que se organizaron desde el Forum en los años de plomo.

En su opinión, la universidad es el espacio del saber, de la discusión y debate sobre los saberes, dentro de un ámbito de responsabilidad e independencia. Añadió, en referencia al actual lema de la universidad «personas que transforman el mundo» que «los alumnos, los estudiantes, son el elemento central de Deusto. No los profesores, de tal suerte que la formación de los alumnos, es el objetivo número uno de la universidad, del personal docente y no docente».

Concluyó sus palabras con una referencia a su familia. «Sin ella no sería nada». De esta forma citó a su mujer, a sus hijos y cónyuges, y a sus nietos, que como le decía un amigo, también abuelo, «nos dan un chute a la vida, que ellos no pueden imaginar».


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