En 2021 la cultura se convirtió en «refugio para los donostiarras» y, si bien la situación pandémica no permitió alcanzar las cifras de 2019, Donostia Kultura sacó músculo: 7.000 personas participaron en los cursos, se realizaron 400.000 préstamos de material, se vendieron 103.700 entradas para los espectáculos (solo un 15% menos que dos años antes) y San Telmo atrajo 120.000 visitas.
El director gerente de Donostia Kultura Jaime Otamendi y el concejal del área, Jon Insausti, han hecho un balance hoy del pasado año, marcado por la pandemia y las restricciones, pero que precisamente por eso supuso «un aprendizaje» para la entidad.
Este año llega con un presupuesto de 30 millones de euros, 4 más que el año pasado, y con dos novedades: una nueva página web que será presentada próximamente y un punto de información que estará situado junto a la taquilla del Teatro Victoria Eugenia. Ya inminente. Y es que es un servicio que se echaba en falta, tal y como han expresado los responsables de Donostia Kultura.
Después de dos años difíciles a causa de la covid, en la entidad siguen programando con incertidumbre, pero también con optimismo. Confiando en recuperar citas como los conciertos del Jazzaldi en la playa, pero sin perder de vista todos los escenarios posibles.
En todo caso, tal y como han reflejado Otamendi e Insausti, del pasado año se quedan con algunas pautas: aunque lo digital ha llegado para quedarse, «el público necesita la práctica cultural presencial»; ha resultado positivo el adelanto en los horarios de espectáculos y cursos, el artista local es especialmente apoyado y conviene profundizar en la colaboración iniciada con salas del sector cultural privado, «que ha resultado muy positiva».
En 2021 se sumaron a la red de Donostia Kultura 5.000 socios y son ya 112.000. Unas cifras que avalan el «esfuerzo» que supone mantener siempre abierta y al día la red de bibliotecas.
Respecto a la fidelidad del consumidor de cultura donostiarra, sobresalen los fans del Festival de Jazz, sin duda, y los cinéfilos que no se pierden una sesión del Nosferatu. Pero Otamendi ha querido destacar el papel de los cursillistas. «En una ciudad como Donostia, que haya 7.000, es mucho».