La Sección Oficial del 73º Festival de San Sebastián ha acogido hoy la presentación de ‘Maspalomas‘, dirigida por Jose Mari Goenaga y Aitor Arregi y protagonizada por José Ramón Soroiz y Nagore Aranburu. La película retrata la vida de Vicente, un hombre de 76 años que, tras una vida de libertad en Maspalomas, regresa a Donostia, donde tendrá que enfrentarse a su pasado, a la relación con su hija y a una inesperada vuelta al armario.
Durante la rueda de prensa José Ramón Soroiz ha confesado sus dudas iniciales tras la propuesta que le hizo Goenaga: “Me costó mucho decidirme… soy disléxico, lento, no me gustan las ruedas de prensa…»
Para sumar dudas, cuando recibió el guion venía con una advertencia sobre escenas de carácter íntimo que no esperaba encontrarse. «Pero al leerlo… me encantó. Y pensé que podía hacerlo. Ahora estoy orgulloso de haberme decidido. He vivido los meses más maravillosos de mis 50 años de profesión”.
Sobre las escenas íntimas Soroiz explicó que, con ayuda de la coordinadora de intimidad, las abordó como una coreografía: “Ensayábamos, sabíamos hasta dónde se iba a ver. Tuve seis meses para prepararme», ha destacado, reconociendo que ese plazo fue esencial para poder encarar después los momentos más delicados de este rodaje.
«He trabajado mucho. Me he vaciado en este trabajo», ha añadido Soroiz, que conquista con su actuación en la película e incide: «No soy un actor técnico, soy un actor de sentimientos”.
Nagore Aranburu, que interpreta a la hija del protagonista, ha subrayado durante la rueda de prensa la complejidad del vínculo entre ambos personajes: “Ella no tiene relación con su padre cuando se reencuentran. Lo lleva a la residencia y entre ellos hay muchas tensiones, aunque queríamos que el pasado estuviera ya cerrado con el objeto de centrarnos más en el presente de los cuidados«
Aranburu ha contado también que su primer trabajo, hace 30 años, fue precisamente con José Ramón Soroiz: «No se me hubiera ocurrido nadie mejor para hacer de mi padre”, ha dicho, antes de recibir un emotivo beso de su compañero de elenco.
La residencia, como la sociedad
Los directores han recordado que la residencia no es un retrato literal, sino un recurso simbólico. “La película no busca contar la realidad de las residencias, sino funcionar como metáfora de la sociedad, donde existe una tendencia a homogeneizarlo todo”, ha señalado Aitor Arregi.
Jose Mari Goenaga, por su parte, ha añadido una reflexión más amplia: “La película habla sobre hasta qué punto estamos con ganas de cambiar las cosas. Cuando Vicente dice en la residencia que es homosexual, la psicóloga le pregunta: ‘¿pero lo quieres contar?, mira que a lo mejor ellos no lo entienden…’ Hay matrimonio homosexual, medidas de gobierno… pero si la sociedad no cambia, poco sirve», ha explicado.
Por otro lado también se ha apuntado durante la rueda de prensa a que el filme, más allá de la homosexualidad, trata sobre la sexualidad en la gente mayor: «un deseo que se transforma con la edad, pero que existe. Y está muy extendida la idea de que la gente mayor no tiene sexo. Esta película abre un debate natural”.
Arregi ha recordado un artículo que leyó sobre muchas personas mayores, que al ingresar en una residencia, vuelven al armario. «Nos pareció un tema potente. Aunque los armarios son variados y cada cual puede tener el suyo”.
Humor y drama
Durante la rueda de prensa Arregi ha defendido el humor como marca de la casa Moriarti: “Cuando presentamos una película siempre nos preguntamos: ¿se ha reído alguien? Porque en los pliegues de la vida hay comedia y drama al mismo tiempo”.
En la presentación ante la prensa se ha subrayado también el valor de la música compuesta por Aránzazu Calleja, cuya partitura acompaña el viaje del protagonista, convirtiéndose en un elemento esencial.



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