San Sebastián, 21 nov (Ana Burgueño/EFE).- «Gritad más, que gritáis poco. Gritad, porque mientras gritáis no mataréis». Esas palabras que el exministro socialista Ernest Lluch dirigió en 1999 a aquellos que intentaban boicotear en San Sebastián un acto de campaña del entonces alcalde Odón Elorza cobraron un significado especial cuando ETA lo asesinó al año siguiente y siguen grabadas en la memoria de muchos.
La beligerancia contra ETA que el político e intelectual catalán mostró públicamente, especialmente en ese momento, cuando la banda terrorista se encontraba en plena tregua y los partidos inmersos en la contienda de las municipales, quedó ligada indefectiblemente al crimen que acabó con su vida el 21 de noviembre de hace 25 años en Barcelona.
Este viernes, en la plaza de la Constitución donostiarra, donde Lluch lanzó su proclama contra la violencia a los radicales que vociferaban para sabotear el mitin, Odón Elorza y otros amigos han rendido homenaje a un político que también estuvo vinculado emocionalmente a San Sebastián, donde tenía un apartamento en una de cuyas ventanas instaló un gran retrovisor para poder ver el mar.
Por la paz
Era socio del Orfeón Donostiarra y su pasión por el fútbol le hizo compartir el carné del Barça con los de la Real Sociedad y el Betis. En este acto ha sido recordado, además de como «un gran amante de Donostia y del pueblo vasco», como una persona «culta, dialogante y humanista que se remangó, sin tener la necesidad de ello, en la búsqueda de algún camino posible que sacara al país de la violencia y le pusiera en la senda de la paz».
Son las palabras que ha pronunciado el profesor universitario y discípulo de Lluch Jesús Astigarraga ante quienes se han concentrado en su memoria en esta fría mañana de otoño, entre ellos una importante representación de cargos y miembros del PSE, concejales donostiarras del PP y de Podemos, y el alcalde de San Sebastián, Jon Insausti, del PNV.
Elorza y la viceconsejera vasca de Derechos Humanos, Memoria y Convivencia, Arritxu Marañón, portaban una fotografía en color de Ernest Lluch, recostado sobre el tronco de un árbol en el Palacio Miramar de San Sebastián ante una vista de la bahía de la Concha. Sobre esa imagen ya en el suelo, los asistentes han depositado rosas rojas y blancas.
Preservar la memoria
El exalcalde donostiarra ha destacado que el exministro socialista dejó «un legado de honestidad personal e intelectual que en estos tiempos no abunda en el mundo de la política».
«Hemos querido hacerle este homenaje sencillo, íntimo, en un sitio en el que él tuvo el coraje, el valor cívico, de decir lo que todos pensábamos en aquel momento casi mágico, de una tregua que finalmente fue una tregua falsa. Al cabo de un año lo asesinaron. No podemos perder la memoria de este tipo de hechos, para que la memoria de todas las personas asesinadas por ETA siga viva entre nosotros», ha remarcado Elorza.
De víctimas como el exgobernador civil de Gipuzkoa Juan María Jáuregui, cuya viuda se encontraba entre los asistentes, al igual que Alain López de Lacalle, hijo del columnista del diario El Mundo José Luis Lópes de Lacalle. ETA los mató unos meses antes que a Lluch.
De víctimas como Ignacio Latierro, que este viernes se encontraba también en la plaza de la Constitución, el lugar donde fundó junto a María Teresa Castells la emblemática librería Lagun, que tuvo que cerrar su local de la Parte Vieja cuando el hostigamiento y los ataques de violencia callejera dejaron paso en este trágico 2000 al intento de asesinato del exconsejero del PSE José Ramón Recalde, marido de Castells.



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