No todos los acontecimientos generan el mismo impacto en nuestra memoria. Algunos se graban en nuestra mente con mucha precisión como una instantánea que se queda congelada. “En el ámbito de la psicología este tipo de eventos de gran carga emocional que retenemos con mucho detalle y seguridad se conocen como memorias flash, destello o relámpago. Históricamente se han catalogado así sucesos con gran impacto social como el atentando del 11M o el asesinato de John F. Kennedy. Y, recientemente, nosotras hemos concluido que el anuncio del estado de alarma por COVID también cumple las características de este tipo de recuerdo”, explican las investigadoras de la EHU Alaitz Aizpurua y Malen Migueles.
Han llegado a esta conclusión después de haber analizado las respuestas que dieron 112 personas a un cuestionario diseñado por las propias investigadoras.
El formulario online, al que los participantes contestaron pasado un mes desde la orden de confinamiento, incluía preguntas sobre la fecha del anuncio, qué tiempo hacía cuando conocieron la noticia, qué ropa vestían, qué estaban haciendo, etcétera. A su vez, los encuestados debían indicar la confianza que tenían en la exactitud de lo que estaban diciendo.
“Recordaron muchos detalles del acontecimiento y mostraron mucha seguridad en lo que habían retenido. Que respondieran con certeza no significa que los recuerdos se ajustasen a la realidad. La veracidad es algo que no podemos comprobar, pero tampoco es un factor determinante para valorar si un evento ha generado un gran impacto en la mente o si es una memoria relámpago. Lo que caracteriza a las memorias flash es que los niveles de especificidad y de confianza que otorga el o la participante sean altos. En este caso, así lo eran. Por lo tanto, se puede considerar que la declaración del estado de alarma por COVID es una memoria flash”, explican Aizpurua y Migueles.
Esta conclusión ha servido para contribuir al debate existente a nivel científico sobre si es necesario que un evento suceda inesperadamente para que su impacto dé lugar a una memoria destello.
Lo más habitual es que se emplee este término para denominar sucesos repentinos, pero existen estudios que demuestran lo contrario. El trabajo de la Universidad del País Vasco (EHU) engrosa la lista de investigaciones que evidencian que el factor sorpresa no es indispensable para generar memorias relámpago. Y es que, aunque el 52 % de los encuestados opinaron que la declaración del estado de alarma por COVID había sido predecible y lógica, los resultados mostraron que el evento sí que había generado recuerdos muy precisos, acompañados de una gran seguridad o confianza.
Diferencias en función de la edad
Otro objetivo importante de la investigación era analizar la relación de la edad con la especificidad y la confianza de los recuerdos. Para ello, examinaron las respuestas de los participantes agrupándolas en tres grupos: adultos jóvenes (19-29 años), de mediana edad (30-54) y mayores (55-78).
En cuanto a la precisión, fue el colectivo más joven el que aportó más detalles a la hora de describir la información que habían retenido sobre el momento de la declaración del estado de alarma. “Esto era algo esperable, porque así lo indican también los trabajos previos. Las personas mayores suelen ser menos específicas que las jóvenes. Sin embargo, nuestro estudio aporta información novedosa sobre las personas de mediana edad, que hasta ahora generalmente han sido las grandes olvidadas en las investigaciones en nuestro ámbito. Es decir, se han analizado las diferencias entre los extremos y, por lo tanto, apenas hay datos sobre la etapa de los 30-54 años. Nuestro estudio revela que, en ese rango de edad, el nivel de detalle de los recuerdos se asemeja más al de las personas mayores que al de las jóvenes”, dicen Aizpurua y Migueles.
Sin embargo, las investigadoras indican que, curiosamente, en términos de confianza, el patrón es el mismo para todos los grupos de edad. No hay diferencia y en todos los casos manifiestan mucha seguridad en sus respuestas.
Por último, la investigación de la EHU muestra que las personas mayores destacan por su optimismo. Preguntaron a los y las participantes de la encuesta cómo se sintieron en el momento de enterarse de la noticia y las respuestas menos negativas fueron las de las personas mayores (de entre 55 y 78 años). “Diversos estudios señalan que el ser humano tiende a ser más positivo a medida que envejece. Nosotras hemos comprobado que esa tendencia se mantuvo incluso en época de COVID. Confirma la idea de que las personas mayores tienen más mecanismos de control cognitivo para suprimir estímulos negativos y así mejorar su regulación emocional. Y en eso, tenemos mucho que aprender”, subrayan Aizpurua y Migueles.
Este artículo científico ha sido desarrollado conjuntamente por Alaitz Aizpurua, Malen Migueles e Iratxe Unibaso. Las tres forman parte del grupo de investigación HAEZI y son profesoras de la Facultad de Psicología, donde imparten docencia en el Grado en Psicología.



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