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Historias postconfinamiento

La librería Tobacco Days reabre en Gros: “Estar a pie de calle es más viable que quedarse en Tabakalera”

Tras tres años en el centro cultural de Egia, la librería capitaneada por Ines García se muda a la calle Secundino Esnaola y afronta una nueva etapa

La librera Ines García. Fotos: Santiago Farizano

Por Jon Pagola. Ayer, a falta de 24 horas para la apertura, un mensajero entregó un sobre en la librería. Era de la editorial zaragozana Jekyll and Jill, que ha tenido el detalle de regalar una bolsita de chapas y un puñado de marcapáginas. “¡Qué majos! Cómo se habrán enterado de la dirección. No lo he anunciado ni por redes sociales”, comentó Ines García Azpiazu (Zarautz, 1986), que no daba abasto con los últimos retoques de Tobacco Days, la librería de espíritu independiente que en 2017 inició su andadura en Tabakalera.

Hoy, coincidiendo con el Día Internacional del Libro, emprende una segunda etapa en la calle Secundino Esnaola nº 7, justo enfrente de los cines Trueba. “En algún momento tenía que salir de Tabakalera. Esta situación (de pandemia) ha forzado el plan de sacar a la calle la librería”, afirma.

La librería se muda a un pequeño pero coqueto local del barrio de Gros, más estrecho que su predecesor pero con dos plantas. Precisamente, en la segunda planta guarda una sorpresa para el visitante: una salita con dos sofás de cuero, plantas por todos los lados y un gran ventanal desde donde se toma el pulso al ritmo callejero.

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¿Por qué decidiste marcharte de Tabakalera?
La vuelta del confinamiento ha sido un poco dura. La única solución que nos daban era una moratoria en el pago del alquiler. Al mismo tiempo la propia Tabakalera estaba vacía. Después de tres meses encerrada en casa, cuando abrí la librería la actividad en el edificio era muy escasa. Prácticamente se nutría de los propios trabajadores del edificio. En esas condiciones, un proyecto como el mío no tiene viabilidad.

¿El ecosistema cultural no ha funcionado todo lo bien que tú esperabas?
Es muy difícil de gestionar un ecosistema como el de Tabakalera donde existen proyectos y personalidades tan diferentes. Yo soy una única persona trabajando en una pequeña librería. ¿He encajado en el ecosistema? Pues a veces sí. He organizado cosas con Ubik, con el departamento de cine, con el Zinemaldia… Quiero decir, se han creado sinergias. Las ha habido. Somos personas que nos conocemos y que nos ha apetecido hacer cosas juntos. También entiendo que convivir a una escala mayor y crear algo entre todos es complicado.

El precio de los alquileres en la ciudad es mayor que en Tabakalera…
No es mucho mayor. Los datos son públicos.

600 euros al mes, ¿no?
Más IVA. Lo que se te queda en 726 euros.

¿Estar justo enfrente de los cines Trueba ha sido casual?
El local ya lo tenía fichado. El primer día que lo vi dije: es este. Me veía aquí. Empecé a proyectar la librería. Que tenga dos plantas ayuda mucho y, evidentemente, la localización me pareció maravillosa. Hay cafeterías, gente por la calle, el cine…

Aquí puedes crear un nuevo ecosistema…
Es otro mundo. Es la calle. Tabakalera ha ayudado mucho a que mi librería tenga una cierta identidad y hasta una selección de libros muy concreta. Quizás si hubiese empezado a pie de calle la selección hubiera sido otra, aunque no deja de ser muy yo. Yo en Tabakalera. También es verdad que para la supervivencia del proyecto estar en la calle es más viable.

¿Qué aprendiste en Garoa? Muchos de tus clientes te conocieron allí.
Aprendí a ser librera. Fue mi primera experiencia en el oficio. Conocí a una serie de editoriales pequeñas e independientes que ofrecen unos libros y un contenido que realmente merece la pena. Descubrí que hay un público que disfruta de ellos.

Tobacco Days empezó siendo una especie de spin-off de Garoa, pero con el paso del tiempo tu personalidad ha ido adquiriendo cada vez más protagonismo.
La base de Garoa está muy presente. Muchas de las editoriales que tengo yo son las mismas con las que trabajan ellos, pero la criba que hago es aún mayor y muestra claramente mi personalidad. Además, mi librería es pequeña y no puedo tener mucho fondo.

¿Cómo realizas ese filtro?
Pienso en mí, pero también pienso en el público y lo que le puede interesar. El ensayo es una constante, bien sea sobre política, feminismo o música. La novela gráfica y los cómics me gustan un montón y dentro de las novelas también me gusta tener a los clásicos. Las novedades me generan mucha angustia. Es un agobio. Salen tropecientos lanzamientos cada semana, pero yo no puedo acoger a todos.

¿Cómo vas a plantear las actividades culturales que venías desarrollando?
La idea es aprovechar la planta de arriba, pero ahora es muy complicado. El aforo tendrá que ser muy limitado, así que no sé si hacerlo por streaming. Puede ser una vía interesante en estos momentos. También se pueden hacer presentaciones de libros por turnos, presentaciones exprés… No lo sé. Lo primero es abrir la tienda, que además coincide con el Día del Libro.

¿Lo habías planeado así?
No, tenía pensado abrir esta semana. Ha coincidido. También creo que puede ser un gesto simbólico abrir el Día del Libro. Está guay.

¿Por qué a la cultura le caen tantos palos?
Es cuestión de priorizar. ¿Qué es lo que priorizamos? Un bar. Está muy claro.

 


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