La gran cita donostiarra con los libros, Literaktum, comenzará el lunes con la memoria como tema protagonista y con una oportuna cita en Ernest Lluch K.E con Luis Landero. En su último trabajo, ‘El huerto de Emerson’, el escritor extremeño redondea el ciclo iniciado con ‘El balcón en invierno’ y esgrime sus vivencias de la infancia y la juventud ante un lector que se deja arrastrar feliz por una de las más brillantes escrituras en castellano desde hace 30 años, cuando irrumpió el éxito de ‘Juegos de la edad tardía’. Landero, encantado de acudir a San Sebastián, hablará de memoria y literatura con Karmele Jaio. Y del peso de la nostalgia.
¿Se ha ‘vaciado’ después de escribir El huerto de Emerson y El balcón en invierno o sus vivencias dan para más literatura?
No, no creo que ya den para mucho más. Creo que he contado todo. Siempre quedarán cositas, pero no creo que vaya a haber un tercer libro con cosas mías. Casi seguro que no.
De recuerdos dolorosos, ¿uno hace catarsis al escribirlos o queda removido?
Las dos cosas. Es un poco lo mismo porque te remueve y te purifica. Es verdad que recordar te reconcilia con tu pasado y me gusta recordar de las dos maneras: de una manera agria porque la vida a veces es jodida pero también como celebración. En El Huerto de Emerson hay más alegrías que penas, más celebración que duelo.
Si uno se vuelca en los recuerdos, ¿es porque lo mejor ya ha pasado?
Pero no es pesimismo, es algo más relacionado con la serenidad, con una actitud más cordial ante la vida, más escéptica. Puedes mirar el pasado con un punto de piedad que no tienes cuando eres joven. En todo caso, sí. Lo mejor se ha vivido ya. Incluso cuando uno tiene veinte años, lo mejor ya se ha vivido, que es la niñez. A cierta edad el sabor de las horas, de los días, de la vida también es dulce, aunque no tiene esa dulzura arrebatadora de la juventud y la infancia. A cierta edad, más que de felicidad, hay que hablar de paz. Y esa paz ya es mucho. Y ese sabor es muy dulce.
Hablando de recuerdos felices, ¿cómo ha quedado almacenado el éxito de Juegos de la edad tardía en su biografía particular?, ¿cómo lo recuerda?
Tenía 40 años y con esa edad ya relativizas las cosas. No das demasiada importancia al éxito ni al fracaso. Lo recuerdo con cierto asombro porque no pensaba que era una novela para un público tan amplio, yo creía que era una novela más minoritaria, mis editores parece que también. Lo recuerdo bien, pero no celebro ese aniversario. Ocurrió y ya está.
Como escritor, entonces, ¿cuál es su gran recuerdo?
Con quince años, cuando descubrí la poesía. Es la niñez del escritor. Juntas las primeras palabras y te sientes el más afortunado del mundo y alguien especial. Luego escribir se convierte en otra cosa. Mis grandes momentos como escritor son cada mañana cuando me levanto y encuentro una razón para seguir viviendo, que es escribir. Tener una novela en marcha. El éxito está bien, pero es secundario. Los grandes momentos de un escritor hay que buscarlos en su intimidad. No vienen del entorno social de la literatura, sino de la literatura misma. Y también atesoro grandes recuerdos como lector. Momentos anónimos y casi infinitos.
Tiene otro trabajo ya a punto, según he escuchado.
En febrero se publica, sí. Se titula Una historia ridícula.
¿Y cómo va el proyecto de convertir en serie su anterior novela, ‘Lluvia fina’?
Es una pena pero a causa de la pandemia no se va a hacer. Se iba a encargar Aitor Gabilondo y firmamos el contrato y todo, pero con la pandemia se han amontonado otros proyectos y algunos hay que dejarlos para más tarde. Entre esos, éste.
¿Siempre está en activo?, ¿no sufre parones?, de hecho creo que ‘Lluvia fina’ se le ‘coló’ mientras trabajaba en otro libro…
Bueno, algunos parones sí tengo, justo ahora he terminado una novela y eso es malo porque no sé gestionar el tiempo libre. Si no escribo, qué coño hago, entonces aparece la angustia vital, dicho entre comillas y con sentido del humor. O no tanto. En general termino una novela y ya tengo en mente otra porque mi vida sin escritura no tiene sentido, es lo que da sentido a mi vida. No puedo vivir sin ello.
Como escritor fiel a ese impulso creativo… ¿qué opina de la polémica sobre el Premio Planeta y Carmen Mola?
No veo moraleja en esta historia. Son tres tíos que escribieron juntos y se lo pasaron muy bien. He leído artículos dándole mucha importancia, pero en el fondo me parece una tontería.
La literatura no suele marcar tanto la actualidad informativa y social, ¿puede resultar hasta positivo?
Bueno, esto es sociología de la literatura, hay que distinguir. Todo lo que sea ruido en torno a un libro puede estar bien. También es cierto que el Planeta es un premio que vive del ruido y de su historia.
Usted fue profesor de Literatura, ¿qué opinión le merece el pulso lector?, me parece que no es usted optimista…
Soy escéptico o incluso pesimista. Internet ocupa demasiado tiempo a la gente. Las redes sociales entretienen de un modo barato y fácil. Leer supone un esfuerzo y soledad, obliga a aislarse y a esforzarse mentalmente. También es verdad que voy a institutos, hablo con los muchachos y veo que hay una minoría que sí lee, que se interesa por los libros, en realidad en este país siempre ha sido una minoría, y entonces se me sube el ánimo. Pero viendo la fuerza de las redes sociales y los entretenimientos digitales… Hay muchas lectoras (porque sobre todo son mujeres), de 50 o 60 años, pero no sé si tendrán renovación. Y no sé si alguien lo sabe… Programa de Literaktum e inscripciones, aquí
Deja un comentario