Paloma Gilardi es una emprendedora con una curiosa vida laboral a sus espaldas: fue modelo, es filóloga de formación y ha desplegado su talento culinario por muchas cocinas. Sin embargo el confinamiento, «que da vergüenza decirlo pero en algunos casos vino muy bien para parar», le provocó un «descubrimiento» y ahora se abre paso como pionera, en Donostia, del mundo ‘coaching’ en la cocina. «Aquí es poco conocido, todavía, pero es cuestión de tiempo. En Israel, por ejemplo, hay varias escuelas», dice. E invita a probar a todos, aunque las mujeres y los adolescentes pueden encontrarse especialmente a gusto en esta propuesta.
¿Cómo se metió en el mundo del ‘coaching’ en la cocina?
Durante el confinamiento empecé a formarme como ‘coach’ de forma virtual. El ‘coaching’ tiene mala fama en algunos ámbitos, pero también un poder de transformación brutal. Para mí fue un antes y un después. Por otro lado soy cocinera y sé lo relevante que es el poder transformador de la cocina y la importancia de la nutrición. Y empecé a combinar las dos cosas. Investigando vi que ya existía la terapia culinaria y me he especializado.
¿En qué consiste?
Supone emplear la cocina como metáfora y desde esa base se pueden trabajar muchas cosas. A veces de palabra no somos capaces de decir qué nos sucede dentro. Un gran porcentaje de la población no se conoce a sí misma. Y además yo creo que cocinamos como somos.
Me interesa mucho empoderar a la mujer y a los adolescentes. Y utilizar el poder del grupo. Sigo a Mario Alonso Puig, que me inspira mucho, y demostró que mujeres que se sentían aisladas entraban en un grupo, compartían sus inquietudes, y ya con eso sufrían cambios a nivel hormonal. Hago terapia individual pero pongo mucho el foco en el grupo.
Usted acude a las casas a hacer sesiones, por ejemplo. Pero veo que ahora ha organizado unos talleres en La Farándula de Egia. ¿Qué es lo que propone allí?
Lo de La Farándula no es exactamente ‘coaching’ en la cocina. Por un lado proponemos ‘cocina y conecta’. Partimos de que nos comunicamos poco, estamos aislados, tenemos que volver a esa comunidad que quizá aquí todavía se siente en algunos barrios. Yo guío esa experiencia. Estos talleres no son el lugar más indicado para quien exclusivamente quiere aprender a hacer recetas… aunque también enseño a cocinar.
¿Tan difícil es lo de conocer gente a ciertas edades?
Viví tres años en Uganda y a nivel humano sentí algo muy bonito. Éramos todos de fuera, se generó una atmósfera en que éramos familia. Yo creo que la gente sufre bloqueos a la hora de abrirse a otros. Yo ayudo. Y a la vez enseño a cocinar. ¿Por qué vas a hacer comunidad solo con quien conoces de toda la vida?
En La Farándula hay otro taller dirigido a parejas y un tercero a ‘singles’. ¿Cree que en una ciudad pequeña como Donostia van a encajar sus propuestas?
Desde luego hay que practicarlo para conocerlo. No es fácil de entender. Pero quienes realizan un taller conmigo están encantados porque ven cosas que no descubren a través de otras vías. Por otro lado, respecto al perfil de la ciudad, hay una frase que dice: «sé tú el cambio que quieres ver en el mundo». Y me gustaría ser agente de ese cambio.
El hecho de que se dirija especialmente a mujeres y adolescentes, ¿tiene que ver con su experiencia personal?
Desde luego, creo que es necesario empoderarse desde determinadas edades. Con 17 o 18 años me captó una agencia y trabajé bastante tiempo como modelo en Madrid. Y aquello fue un éxito muy mal llevado. No estaba centrada. De ahí que me parezca importante dar esas herramientas. Para contactar con Paloma Gilardi: [email protected]/620244513
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