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Entrevista

«Quería mostrar una crisis personal en todos los aspectos»

La donostiarra Olga Serrano define como "visceral" el estilo de su primera novela, 'Juguetes de niño sádico'

La escritora donostiarra Olga Serrano. Foto: DonostiTik

La escritora Olga Serrano (Donostia, 1982) muestra en su primera novela, ‘Juguetes de niño sádico’, la crisis personal de la protagonista, que la lleva de tratar suplir sus carencias afectivas con sucedáneos y a poner distancia con un viaje a Granada que le servirá de ayuda. Serrano ya tiene terminada su próxima novela, en la que denuncia una sociedad sometida a la productividad a toda costa.

¿De dónde surge la necesidad de escribir esta novela?
La idea de escribirla nace a raíz de un viaje que hice a Granada en 2015. Pasé allí una semana, era la primera vez que viajaba sola y fue una experiencia muy bonita. A la vuelta sentí que esa vivencia tiraba de mí de una manera muy intensa y me di cuenta de que necesitaba construir algo con ella, transformarla, y comencé a escribir. Al principio no tenía claro que acabaría siendo una novela, pero la historia fue poco a poco cobrando forma en mi cabeza y, al cabo de unos meses, volví a pasar unos días en Granada, esta vez con una libreta y un bolígrafo. A partir de ahí fui construyendo la historia de Myriam, sus antecedentes y lo que la conduce a hacer su propio viaje.

¿Por qué se titula así?
El título parte de una reflexión que hace Myriam al ir conociendo las historias personales de otros personajes que han vivido experiencias dolorosas. Ella concluye que, si existiera Dios, no podría ser otra cosa que un niño sádico que toma a uno de nosotros como juguete y se ensaña con él hasta que se aburre y elige a otro, después a otro, y así sucesivamente.

Hay quien ha definido la novela como un retrato generacional. ¿Tiene algo de eso?
No había una intencionalidad por mi parte en este sentido cuando escribía la novela, pero hay dificultades de Myriam que se podrían atribuir a la realidad que nos viene dada, así que supongo que es posible esa lectura también. Sí tuve cuidado con, por ejemplo, no dar por hecho que una joven puede dejarlo todo e irse de viaje indefinidamente así como así, porque eso no hubiera sido realista con las condiciones materiales que rigen la vida de alguien de su edad. Eso es algo que me molesta cuando leo o veo películas, me aleja del personaje y la posibilidad de sentirme identificada. También hay algunas pinceladas de esa desideologización que yo creo que imperó durante mucho tiempo en mi generación.

¿Qué quieres contarnos del argumento?
Es una historia muy vivencial. Comienza con la muerte del abuelo de Myriam, que actúa como desencadenante de una etapa crítica en la que todo se tambalea. A partir de ahí se van añadiendo otros factores de inestabilidad; relaciones familiares problemáticas, el cuestionamiento de su vida profesional, el inicio de una relación dañina… Todo eso conduce a Myriam a un límite en el que la única salida posible es alejarse. Se marcha a Granada y entra en contacto con una realidad muy diferente a la suya; lo artístico cobra mucha importancia, conoce a personas que dejan en ella una huella profunda… De fondo hay un asunto, relacionado con el abuelo, que está presente durante toda la historia, hasta el final.

¿Cuánto hay de ti misma en la protagonista de la historia?
Sería una tontería negar que hay cosas de mí en Myriam, aunque también las hay en otros personajes. A Myriam le he dado por ejemplo mi profesión, porque quería mostrar una crisis personal en todos los aspectos de una persona y el terreno laboral que mejor conozco para poder profundizar en esto e inventar situaciones verosímiles es el mío. Me identifico también con la forma de sentir de Myriam, su rango emocional, por decirlo así, aunque su personalidad y la mía sean diferentes.

¿Cómo llevas el proceso de promoción del libro?
Lo llevo bien, forma parte de mi aprendizaje de recién llegada al mundo editorial y es divertido. Es un lujo poder compartir las motivaciones y los entresijos de todo ese proceso que empieza cuando abres el primer documento en blanco y que acaba con la novela en una librería. Además de la comunicación en redes y las entrevistas, a finales de octubre tenemos previsto hacer una presentación de la novela en Lasarte-Oria, que es donde vivo actualmente.

Tu blog ‘supervivens’ muestra algunos relatos. ¿Te planteas recopilarlos y publicarlos?
No es algo que tenga en mente por ahora. Esos textos para mí son más un juego y un entrenamiento. El blog me permite compartirlos inmediatamente y eso me gusta. También son una forma de presentarme y de que la gente pueda ver qué escribo, cuál es mi estilo, qué temas me interesan…

‘Supervivens’ significa superviviente en latín. ¿Por qué escogiste ese nombre en redes?
Elegí ese nombre después de haber pasado una temporada complicada por un problema de salud. De aquello hace ya como diez años. Cuando me dijeron que se iba a publicar ‘Juguetes de niño sádico’ pensé en cambiarlo y poner mi nombre, pero al final decidí mantenerlo porque Supervivens es un recordatorio de aquello por lo que pasé y me ayuda a poner en orden mis prioridades cuando hace falta.

La protagonista, inmersa en una crisis, llega a cuestionarse su vocación profesional. ¿Lo ves como un problema común de nuestros días?
Yo creo que no es el problema más frecuente, me parece que es más habitual la preocupación por la estabilidad y las condiciones de vida, eso va primero. Pero precisamente eso, esa necesidad de asegurarse un medio de vida, es lo que dificulta que una persona pueda dedicarse a lo que verdaderamente le motiva. En lo artístico lo veo muy claro: ¿Cuántos pueden dejar un trabajo común para dedicarse a escribir o a pintar o a hacer música? Pero también pasa en otros ámbitos, claro. Una vez recorrido cierto tramo de vida laboral es más difícil, o arriesgado, dejarlo todo para estudiar otra cosa o empezar de cero en otro sector. Y teniendo en cuenta el porcentaje de tiempo que dedicamos a lo profesional, supongo que es algo que puede llegar a ser una fuente de insatisfacción bastante considerable.

La novela explica desde la infancia de Myriam el origen de las carencias que le llevan a esa búsqueda de afecto en sucedáneos como la aprobación en el mercado laboral o la relación que entabla en el aspecto sexual. ¿Llega a encontrar satisfacción en alguno o solo más vacío?
Desde mi punto de vista, sí encuentra cierta satisfacción de carencias por esas vías, pero es como calzar una mesa que cojea, puede servir un tiempo. Esos vacíos se seguirán manifestando siempre porque tienen su origen en cosas que no se pueden arreglar. Al menos así es como lo veo yo, no creo en los milagros en ese sentido. Lo importante en la historia de Myriam es, para mí, si es capaz de renunciar o no a esas cosas concretas que, en esta parte de su vida, le perjudican más de lo que le benefician. Si pesará más la necesidad de cubrir la carencia u optará por cuidar de sí misma, y en qué medida.

¿Cómo definirías tu método a la hora de escribir?
Tengo que decir que es un método muy poco práctico y que no se lo recomiendo a nadie, pero es como me sale a mí. Suelo escribir primero un esqueleto consistente de la historia. No muy esquemático, me lleva mucho tiempo porque procuro que contenga todo lo importante y, ya en ese primer borrador hay muchas escenas en las que me recreo, porque seguramente son las que han motivado el impulso de ponerme a escribir. Al terminar suelo tener, no sé, pongamos que setenta páginas. Y entonces vienen los sucesivos repasos para ir nutriendo las escenas, darles profundidad, matices… Ahora al decirlo me estoy dando cuenta de que escribo como si dibujara. Primero el boceto, luego las sombras, los detalles, el color. Es curioso, no había hecho esa asociación hasta ahora. Debe de ser influencia de Myriam, porque yo no dibujo.

¿Y cómo calificarías tu estilo?
Tiendo a utilizar un lenguaje sencillo y visual. Soy concisa y me suelen aburrir las descripciones, creo que esta es una de las razones por las que ese primer borrador, como te comentaba antes, es muy breve. A la vez creo que mi forma de escribir es visceral. Me interesa lo introspectivo y es donde más profundizo siempre. Huyo de eufemismos. Por lo demás, el estilo es algo que está en evolución constante y creo que es bueno que así sea.

¿Sentiste pudor a la hora de publicar la novela por si alguien identificaba a la protagonista contigo?
En cierta medida sí, aunque me tranquilizaba el hecho de pensar que siempre tendría la posibilidad de hacer las aclaraciones que creyera necesarias al respecto.

¿Cómo fue el proceso para llegar a publicarla?
En el confinamiento de marzo de 2020 tenía un borrador de la novela terminado y me pareció que era un buen momento para enviársela a algunas personas para que la leyeran y me dieran algo de feedback. Me costó hacer esto, pasé muchos nervios porque era la primera vez que compartía con otras personas algo que hubiera escrito yo. Los comentarios que recibí fueron positivos y eso me animó a seguir trabajando en la novela. Cuando la di por terminada la mandé a un par de editoriales y no hubo respuesta. A finales de 2020 contacté con Goizeder Lamariano, de la agencia literaria Marcapáginas; le pedí una valoración y me dijo que la novela le había gustado y que quería representarla. A partir de ahí preparamos la propuesta editorial y la envió a varias editoriales, entre ellas Alberdania, que en enero de este año nos dio la noticia de que la quería publicar.

Acabas de enviar tu próxima novela a tu agente. ¿Sobre qué trata?
El tema principal es el sufrimiento y su vinculación con las estructuras de un sistema cimentado en la capacidad productiva de las personas. Habla también de salud mental, psicofármacos y drogas «recreativas», ayuda mutua, distintos tipos de violencia, desamor… También está narrada en primera persona y su protagonista es una mujer, aunque no tiene nada que ver con ‘Juguetes de niño sádico’.

¿Cuál crees que es la finalidad de los psicofármacos? ¿La recuperación de la persona afectada o que pueda volver al sistema productivo?
Creo que los psicofármacos pueden ser beneficiosos y necesarios para muchas personas, al igual que cualquier otro medicamento. Personalmente, pienso que el uso masivo que se hace de ellos en la época en que vivimos obedece más a que son muy útiles para lo segundo que planteas. Nos vemos obligados a trabajar, producir, a toda costa y tanto como sea posible. Creo que en muchos casos estos fármacos son un parche para ir tirando y mantenernos funcionales para el sistema productivo, no solo a nivel individual, sino desde una visión global de la sociedad.


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