Una de las tres secuoyas gigantes (Sequoiadendron giganteum) trasplantadas en 2011 desde los jardines del antiguo Instituto Peñaflorida a la Plaza Pío XII ha muerto. Estas secuoyas fueron reubicadas tras la construcción del nuevo edificio educativo que implicó la desaparición de un espacio natural plantado por generaciones de alumnado.
La asociación ciudadana Parkea Bizirik “Kukulunbera” ha denunciado este desenlace como una pérdida evitable y solicita que la madera de este árbol, con 24,6 metros de altura, se convierta en un banco público conmemorativo –“El banco del Peñaflorida”– con una placa explicativa. Alternativamente, proponen que sea la ciudadanía de Amara quien decida su destino.
Recuerdan también el caso de la secuoya roja talada en 2023 en el barrio de Igara, cuyo tronco fue trasladado a un pabellón privado sin información pública, lo que ha levantado sospechas sobre un posible uso lucrativo de madera de alto valor.
“Pedimos transparencia y que el patrimonio natural público revierta al bien común”, señalan desde el colectivo, que invita a la ciudadanía a colaborar como voluntaria en tareas de comunicación, traducción y difusión.



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