En clase de gramática nos dirían que una sigla es un concepto lingüístico formado con las letras iniciales de una palabra que hace mención a realidades muy distintas. Así, FIFA (en francés, Fédération Internationale de Football Association), UE (Unión Europea), ONG (Organización No Gubernamental) o la muy millenial LOL (Laughing Out Loud, en inglés) son términos con los que nos hemos encontrado alguna vez. Las generaciones más jóvenes, apegadas al móvil y a la tecnológica vida moderna, han introducido muchos acrónimos en sus conversaciones, sobre todo a través de las redes sociales. Pero a nadie se le había ocurrido que SIGLAS (escrito en mayúscula) también podía ser el nombre de un grupo de música. Hasta ahora.
María Llorente, cantante y teclista del grupo, formó a mediados del año pasado una banda de pop, rock alternativo y garaje desenfadado que se completa con Luis Suárez (guitarra), Jéssica M.G. (bajo) y Diego G. Carballo (batería). A ella se le ocurrió apostar por un nombre bastante extraño e insólito con el que no estaban del todo convencidos y que, con el tiempo, ha terminado cuajando. “En realidad, es más enigmático el nombre que la historia que hay detrás, pero lo que nos gusta es la abstracción”, señala María. “Cuando pensamos en un nombre, se nos ocurrieron varias opciones y quisimos unirlas. Al hacerlo, parecían las siglas de un término. SIGLAS nos parece que es sonoro, corto y que se te queda en la mente por las siglas de las siglas, amén”, bromea.
Han empezado 2023 como un tiro. El cuarteto ha sido seleccionado para el programa foral Katapulta junto con otros solistas y grupos guipuzcoanos, lo que les otorga visibilidad y claras ventajas: podrán ensayar en los locales de Tabakalera durante un año, tocarán en varios puntos del territorio, incluido el Jazzaldia, y también tendrán la opción de grabar un videoclip. Asimismo, acaban de publicar su tema de debut, Luna Verde, un pegadizo medio tiempo cantado en castellano que se puede escuchar en su Bandcamp y que muestra la vertiente más melódica y pop del grupo.
¿El mundo ya está suficientemente revuelto como para que aparezca otro grupo hablando de lo mal que está todo? “Claro que vivimos momentos tristes y duros, pero nos aburre la autocompasión. Somos más de sentir las cosas, las buenas y las malas, mascarlas y representarlas en canciones. También hay composiciones en las que hablamos de desengaños, evolución, dudas y la alegría de vivir. Nos gusta lo bonito, pero sin pecar de ser naífs”.
La carta de presentación viene acompañada de un bonito video a cargo del músico y realizador granadino Paul Rod Rodríguez, donde los cuatro integrantes salen por las calles de Hendaia, Donostia y Pasaia en una actitud optimista, natural y divertida. Puro SIGLAS. “Muestra lo que sería pasar un día con nosotros apreciando los instantes, los momentos vividos, la naturaleza, la música, nuestras tonterías”, explican. “Estamos felices del resultado porque es muy SIGLAS. Paul no ha podido captar mejor nuestra esencia. Es un maestro”.
Aunque vienen de bandas y ambientes diferentes (Luis es el cantante de Impacto Vudú; Diego lleva un tiempo sumergido en el ámbito del jazz; para Jéssica, esta es su primera experiencia musical), resulta inevitable trazar comparaciones entre el proyecto actual y el del extinto grupo Las Penas. En aquella efímera aventura que nació y murió en pandemia, llegando a publicar un LP, Sin Dolor, María era también la voz principal. Esta vez el universo sonoro se ha ampliado más allá de los años 60 y SIGLAS defienden con gracia otras décadas y latitudes sonoras.
En su estreno el pasado domingo en la sala Dabadaba versionaron a Teenage Fanclub (Sparky´s Dream) y The Jesus and Mary Chain (Come On), en un repertorio de unos 30 minutos cantado íntegramente en castellano que interpretaron con salero, oficio y empaque instrumental. Después fue el turno de The Lookers, el grupo de rock de Iparralde con el que les une una estrecha amistad. El saldo fue muy positivo, teniendo en cuenta que era el segundo concierto en la historia de la banda. El debut oficial tuvo lugar a principios de diciembre en la sala de Txintxarri de Pamplona, la ciudad de origen de su bajista.
La cuidada imagen de estética vintage y una frescura innata les aporta personalidad y estilo propio en un territorio donde no abundan propuestas como la suya. Pero el grupo de música con uno de los nombres más peculiares de Gipuzkoa no se siente aislado o una especie de bicho raro. “Está genial que haya diversidad de géneros; si no, ¡sería muy qué aburrido! De hecho, gracias a Katapulta nos hemos quedado sorprendidos de la cantidad de talento que hay en el territorio. A veces no nos enteramos de todo lo que se mueve a nivel musical a nuestro alrededor”, recuerdan.
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