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Voluntariado

Urretxindorra llegará a Bizkaia y Araba tras ayudar a 200 niños en Gipuzkoa

SOS Racismo introdujo la mentoría social en el Territorio en 2014 dirigida a inmigrantes de entre 10 y 14 años con problemas de adaptación

Programa de mentoría Urretxindorra. Foto: SOS Racismo

Corría 2014 cuando unos trabajadores de SOS Racismo que habían descubierto la mentoría social en Cataluña entendieron que su aplicación podía ser muy beneficiosa en Gipuzkoa. Desde entonces el programa Urretxindorra ha ayudado a más de 200 niños inmigrantes de entre 10 y 14 años y los resultados son notables. Como el de aquella niña de Europa del Este que no lograba ‘aterrizar’ en Errenteria y ocho años después es estudiante de Psicología y ha pedido a SOS Racismo ser mentora como en su día lo fueron con ella. «Por supuesto le hemos dicho que sí», explicó a DonostiTik Karlos Ordoñez, coordinador de éste y de otros programas en SOS Racismo Gipuzkoa.  

Dice Ordoñez que Urretxindorra «no es un programa que salve vidas ni que dé grandes titulares» y es cierto. Sin embargo esta semana se han encontrado con que el Gobierno vasco ha decidido trasladar la iniciativa a Bizkaia y a Araba de la mano de la Fundación Ellacuría y de CEAR-Euskadi y han sabido, también, que ha recibido el Sello de Calidad MC emitido desde la Coordinadora de Mentoría Social después de la auditoría correspondiente. Lo cual no está nada mal. 

«Desde el principio decidimos que los mentores tenían que ser estudiantes de la universidad o de grado a los que nosotros les damos una formación potente», explicó Ordoñez. 

Los mentores son siempre voluntarios que dedican tres horas a la semana para juntarse con el niño correspondiente para disfrutar de tiempo exclusivamente de ocio. 

¿Quiénes son los beneficiarios?, niños inmigrantes con familia que no están en situación de precariedad («para esos casos hay otros programas») pero a los que les está costando adaptarse. «Niños que han dejado atrás amigos, una casa, otra vida, y a veces incluso tienen problemas con el idioma. Cada caso es un mundo», comentó Ordoñez, convencido de que la mentoría social tiene un largo camino por delante. «Hay estudios que afirman que quienes han pasado por un programa de mentoría social tienen menos posibilidades de caer en las drogas, por ejemplo. Realmente es importante desde el punto de vista preventivo«.

Anécdotas tienen muchas. Alguna se le ha quedado grabada a Ordoñez, como la del niño que quería una bicicleta. «Vino el mentor y me dijo que se la iba a regalar por su cumpleaños. Le tuvimos que decir que no era una buena idea porque posiblemente la madre de ese niño no tenía dinero para comprársela y suponía pasar por encima de la familia».

El mentor tuvo una idea. Con la ayuda del niño empezaron a buscar piezas de bicicletas de segunda mano. Las fueron comprando y construyendo la bici durante el tiempo que pasaban juntos hasta que la bicicleta se hizo realidad. Es una historia más entre muchas. 

«Suele surgir una buena relación entre los niños y los mentores. Suelen coger confianza y se mantiene de cara al futuro», explicó Ordoñez, acordándose de otra niña que gracias a su mentora descubrió el balonmano y perdió la pereza que siempre había sentido hacia el deporte y que tantos problemas le generaba con su madre. 

Urretxindorra, en fin, es el inicio y prueba del futuro que se le abre a la mentoría social en Euskadi.

En esta octava edición, que comienza ahora, 35 niños de origen extranjero son los protagonistas.


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