¿Y si Ingrid Bergman no se hubiera subido al avión y se hubiera quedado junto a Humphrey Bogart en ‘Casablanca’? ¿Y si Meryl Streep hubiera abierto la puerta de la camioneta y hubiese ido bajo la lluvia al encuentro de Clint Eastwood en ‘Los puentes de Madison’? ¿Y si… te hubieras atrevido a hacer esa llamada, a dejarlo todo por él o por ella?
Sí, ‘Vidas pasadas’, la magnífica película debut de la dramaturga y escritora coreano-canadiense Celine Song, interpela directamente a nuestra parte más sentimental, esa que cotillea en Facebook buscando a ese primer amor del que no sabes nada desde hace años, a las personas con las que tuviste historias que aparentemente acabaron pero que, cada cierto tiempo, regurgitan, primero con la apariencia de una simple curiosidad, después con la transparencia de un interés insaciable, recuerdos que rebrotan en algún lugar de la memoria hasta que, inocentemente, asalta la misma pregunta: “¿Y si…?”.
Todas las personas que hayan vivido o sentido esta situación disfrutarán ‘Vidas pasadas’ con el pensamiento de sus primeros amores en la cabeza porque la película, sencilla en planteamiento y en ejecución, juega en un segundo plano precisamente a avivar emociones internas, como en una perfecta, calculada y brillante jugada de billar en la que se alcanza la bola deseada indirectamente.
Aunque nadie crea que tenga nada en común con Nora o con Hae Sung, dos amigos de la infancia que tienen su primera cita antes de que la niña emigre con su familia de Corea a Canadá, su historia es tan universal que es difícil no sentirse identificado con ella. Todos en el fondo, hemos vivido una situación similar. Así que durante ese primer acercamiento entre ambos personajes una década después y cuando, años más tarde, ambos vuelven a encontrarse físicamente en la misma ciudad, querremos que tengan la valentía que quizá no tuvimos nosotros.
Es imposible no sobrecogerse con el brillo en los ojos que saben transmitir los dos actores protagonistas, Greta Lee y Teo Yoo. Pero es imposible también no sentir el dolor del marido de Nora (John Magaro), el Victor Laszlo de esta historia que, siendo tremendamente sentimental, no es en absoluto sensiblera.
De hecho, si algo destaca en esta producción de Celine Song que pudo verse entre las Perlak de Zinemaldia 2023 es la sobriedad, la contención emocional tanto de un guión perfectamente engrasado como en su puesta en escena. Sólo la ciudad de Nueva York, bellísimamente fotografiada por Shabier Kirchner, y una inspirada y sutil banda sonora de Christopher Bear y Daniel Rossen parecen reflejar ese revoltijo de contradictorias emociones que el triángulo protagonista vive como en una partida de póker, ocultando sus cartas por miedo a perder.
Es al final cuando entendemos [atención, spoiler] qué es el in-yeon, en la tradición budista, el número de veces (8.000) que dos personas han de cruzarse para que ambos disfruten de un vínculo sentimental estrecho. Nos queda claro entonces que a Ingrid Bergman y a Humphrey Bogart en ‘Casablanca’ y a Meryl Streep y Clint Eastwood en ‘Los puentes de Madison’ les quedan 7.999 veces para poder estar juntos y eso nos pone tristes, pero al mismo tiempo nos da esperanzas. Porque, sí, llegará el día en el que Ingrid Bergman no suba al avión, en el que Meryl Streep baje de la camioneta… pero, mientras tanto, vivirán las vidas que quieren vivir con quien han elegido vivirlas, como Nora y Hae Sung.
Sentida, emocional, melancólica, bellísima, ‘Vidas pasadas’ sobrecoge precisamente por su ausencia de pretensiones, por su sinceridad, por su cercanía. Es sin duda, una de película que deja una huella en el espectador proporcional a la profundidad de los amores que, al final, no fueron.
