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Salud

Donostia se suma a la moda de darse ‘baños de bosque’

Shinrin-yoku, la técnica japonesa en la que convergen naturaleza y salud, nació en Japón a principios de la década de los 80

Foto: Fundación Cristina Enea

Fundación Cristina Enea y el Ayuntamiento de San Sebastián han puesto en marcha en la ciudad un proyecto piloto que se prolongará hasta junio con el objetivo de definir los espacios naturales y zonas verdes aptos para realizar baños de bosque

Oihana Orkolaga, representante de Fundación Cristina Enea, explicó hace unos días que el objetivo de esta iniciativa es «poder establecer una red de espacios naturales adecuados para realizar un programa estable de baños de bosque en Donostia». Para ello integrantes del grupo +55, un grupo de mujeres de la Fundación Emaús y otro de profesorado de la UPV han comenzado a hacer pruebas en sesiones de dos horas. Los sitios elegidos son Ulia, el parque de Aiete, el parque de Ametzagaña y el parque de Miramon.

Según Orkolaga los baños de bosque benefician de tres formas: en el ámbito de la salud porque «puede ser un nuevo recurso sanitario recomendable para personas con problemas fisiológicos o psicológicos». Por otro lado en el ámbito social, ya que «se podrán ofrecer actividades adecuadas para personas en situaciones de desigualdad, vulnerabilidad y exclusión social, que fomentan la curiosidad y el pensamiento crítico, la seguridad y la competencia, y el vínculo entre el grupo y la naturaleza». Y por último en el ámbito medioambiental, al buscar recuperar el contacto con la naturaleza.

Los responsables están convencidos de que estas sesiones beneficiarán en general al conjunto de la ciudadanía, y no descartan esta primera iniciativa a otros grupos.

Shinrin-yoku, esta técnica japonesa en la que convergen naturaleza y salud, nació en Japón a principios de la década de los 80 como una herramienta para recuperar la conexión con la naturaleza y obtener un beneficio directo para la salud. Busca mejorar el bienestar, aliviar el estrés y fomentar el descanso. Se basa en principios de atención integral: apertura de los sentidos a la atmósfera del bosque moderando la velocidad al caminar por el bosque, respirando el aire del bosque y fomentando la conexión emocional con el paisaje.

Además puede ser una terapia para las conexiones sociales y aumentar el capital social para ayudar a la integración.

En la actualidad esta técnica se está experimentando en diferentes ciudades y territorios con numerosos estudios que constatan que la salud de las personas está mejorando.


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