(Carlos López Izquierdo/EFE). El científico navarro Pedro Miguel Echenique considera que la ciencia en España «va bien» porque cuenta con «grandes investigadores y grandes grupos en la élite mundial», a pesar de lo cual opina que todavía no se puede decir que sea un país «grande en investigación».
«En general, la ciencia en el Estado no es todo lo grande que se merece», sentencia el catedrático de Física de Materia Condensada por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) en una entrevista concedida a EFE con motivo de su investidura este jueves como doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Madrid.
El también presidente del Donostia International Physics Center (DIPC) se ha hecho acreedor de este mérito por sus contribuciones personales al campo de la Física, así como por la creación de «escuela» mediante la dirección de 27 tesis doctorales y por impulsar una «fructífera colaboración» con los grupos de investigación de la Universidad Autónoma de Madrid.
Instituciones de vanguardia
Entre sus logros, cuenta además con la promoción de «instituciones de vanguardia» en el País Vasco, como el DIPC, el CIC nanoGUNE y el Centro de Física de Materiales, que han situado a esta Comunidad Autónoma «en el mapa de la ciencia mundial».
Una exitosa trayectoria con la que Echenique pretende «avanzar en el conocimiento» mediante la investigación, pero comunicándolo al mismo tiempo a la ciudadanía porque, según explica él mismo, la ciencia «es una semilla transformadora de la sociedad» y una «parte esencial de la cultura y del humanismo modernos».
Por ello, afirma que es «bueno» que los científicos expliquen su trabajo pues la ciencia constituye también «una de las grandes esperanzas de la humanidad», como quedó acreditado durante la pandemia de covid-19.
Problemas actuales
Un papel que, a su juicio, volverá a desempeñar nuevamente en el futuro, de la mano de «otras ramas del conocimiento», para hacer frente a importantes problemas «como el del agua, el de la salud, el de la dependencia del entorno natural y al del hambre» e incluso también «al crecimiento de la intolerancia y los totalitarismos».
Pedro Miguel Echenique, distinguido con el Premio Príncipe de Asturias en 1998 y con el Max Planck de Física aquel mismo año, opina no obstante que en el futuro muchos de los cambios resultaran «imprevisibles» y alerta por ello de la necesidad de «avanzar en todos los frentes del conocimiento» con el fin de «estar preparados» ante lo que pueda venir.
Con este objetivo, considera necesaria «una inversión mucho más fuerte» en ciencia y «un tratamiento de más cuidado e impulso a nuestro jóvenes investigadores».
Oportunidades para los jóvenes
«La mejor política científica es crear oportunidades en abundancia para los más creativos de ellos y no hacerlo suficientemente, aparte de ser una injusticia social, es un despilfarro económico», recalca.
Echenique reconoce que España «ha avanzado sustancialmente» en este campo desde los comienzos de la democracia, cuando se produjo «un impulso» a la ciencia que adquirió «modos de comportamiento similares a los de los países desarrollados», pero recuerda que después, con «la crisis de 2008», se produjo «un parón con miopía y falta de visión» científica.
En la actualidad este problema afecta también a la universidad española que, a su juicio, «está infrafinanciada y sobre todo sobreregulada». «Desde fuera con leyes reglamentistas y desde dentro con una obsesión por reglamentar los detalles y una burocracia que dificulta el logro de los niveles de excelencia de otros países», se lamenta el científico navarro, quien define a la burocracia como «el cáncer de la creatividad».
Largo plazo
Por esta razón, defiende la importancia de mantener «una buena política científica a largo plazo» junto a «una relación amable con la Administración, para evitar rigideces burocráticas y permitir que los investigadores se dediquen a desarrollar sus ideas».
Tras recordar que la inversión en ciencia de algunos países se encuentra ya en el 4 % del PIB, Echenique cree que España tiene aún un «amplio margen» para «seguir invirtiendo» en este campo, «sobre todo a largo plazo y con una relación amable que fomente la creatividad y la libertad de los investigadores», concluye.
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