(EFE). El hombre que murió tras recibir más de 40 puñaladas el 14 de marzo de 2020 en el barrio donostiarra de Gros permaneció con vida durante el «brutal» ataque que le causó la muerte por una pérdida masiva de sangre y una de cuyas puñaladas llegó hasta su cerebro tras penetrar 8 milímetros en la cavidad craneal.
Así se desprende del informe de la autopsia practicada al fallecido, cuyas principales conclusiones han sido expuestas por dos forenses que han declarado este martes en la séptima jornada del juicio con jurado que se sigue por este crimen en la Audiencia de Gipuzkoa contra el presunto homicida y contra su novia, acusada de encubrirlo.
El apuñalamiento mortal se produjo sobre las 6.00 horas en el parque infantil de la Plaza de Cataluña de San Sebastián, donde el procesado presuntamente habría asesinado al fallecido con el que previamente había mantenido un encontronazo verbal en un pub cercano porque habría querido bailar con su novia.
Los resultados de la necropsia de la víctima, dados a conocer este martes en la vista, han revelado datos como que todas las heridas fueron realizadas en un espacio de tiempo «muy corto» y que la mayoría de ellas, 28, lo fueron en la espalda, aunque también en el tórax y en los brazos, con el perjudicado situado en una posición «inferior».
Los forenses ha revelado también que muchas de ellas alcanzaron «órganos vitales» como el corazón, el hígado, el bazo, y los pulmones, dato este último que explicaría el ruido generado por la pérdida de aire que detectaron los policías que lo atendieron en un primer momento.
Los forenses descubrieron asimismo la existencia de «heridas defensivas» en las extremidades del agredido que interpuso los brazos y las manos en un intento de protegerse del arma con la que fue agredido, una arma blanca de al menos 14,6 centímetros de largo, de un solo filo, compatible con un cuchillo de cocina.
Según han descrito, la necropsia del cadáver arrojó un resultado de 2,34 miligramos de alcohol por litro de sangre en el cuerpo de la víctima, equiparable a 1,17 miligramos por litro de aire espirado, de lo que, como han señalado, se infiere que el fallecido estaba afectado por el consumo de esta sustancia que afectaría también a sus movimientos, aunque sin poder precisar «en qué medida».
Una parte importante de la exposición de los forenses se ha centrado en la herida detectada en la cabeza de la víctima, donde fue hallada la punta del cuchillo homicida en la zona parietotemporal izquierda del cráneo, aunque no han podido determinar en qué momento de la agresión fue asestada.
En cualquier caso, han asegurado que el agredido permaneció con vida desde la primera hasta la última puñalada y aunque, a preguntas del fiscal, no han podido determinar el nivel de «sufrimiento» padecido por la víctima, sí han determinado que no murió hasta las 6.50 horas debido a un «shock hipovolémico» por una pérdida «masiva» de sangre.
En otro momento de la vista han declarado otras dos psiquiatras forenses que examinaron al acusado, quienes han señalado que el procesado sufría un «trastorno por consumo de cocaína» cuando sucedieron los hechos si bien no padecía «ninguna enfermedad mental que pudiera influir» en su voluntad.
De esta manera, estas facultativas han determinado que en la fecha del crimen el inculpado tenía la capacidad de «conocer», «saber» y «querer» lo que estaba haciendo y mantenía «íntegras» sus facultades intelectivas y volitivas».
Al inicio del juicio, ha comparecido la madre de un joven con una enfermedad mental que fue detenido por error la noche del crimen, ya que estaba ensangrentado tras haberse autolesionado, quien ha recordado que las actuaciones contra su hijo quedaron «sobreseídas» tiempo atrás y lo ha desvinculado de este crimen.
Está previsto que el juicio continúe mañana con la exposición de varios expertos en toxicología y genética, entre otros testigos.
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