Una impresionante cúpula vegetal se alza sobre mi cabeza, verdes etéreos, casi trasparentes acarician mi alma mientras camino en paz por este bosque magnético, bello y enigmático. En lo más profundo de la floresta, solo se escucha el susurro del viento acariciando las hojas de las hayas, y que me cuenta, a su arcaica manera, un ritual que todavía pervive entre nosotros, y que aún hoy podemos disfrutar de primera mano, el alzado de los mayos. Ir al blog
Abierto el plazo para presentar candidaturas al Premio Gladys
Este reconocimiento, dotado con 4 mil euros, tiene como objetivo premiar la trayectoria y promover la proyección de las mujeres...
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